(2) ADIÓS, PEQUEÑA, ADIÓS, de Ben Afleck.

UN COMPLICADO SECUESTRO
Con esta adaptación al cine de la novela de Dennis Lehane debuta como realizador el actor y guionista Ben Afleck, rodando en las calles de su ciudad natal (Boston) y confiando el papel protagonista a su hermano Casey Afleck, cuya labor interpretativa apenas desmerece al lado de los excelentes Ed Harris y Morgan Freeman.
Adiós, pequeña, adiós es un thriller clásico que se sustenta en tres pilares básicos: la intriga, la corrupción y la violencia. Pero una vez más, como sucede en el género negro, el bien y el mal presentan a veces unas fronteras difusas, aunque el joven detective privado se convierta en eje narrativo y en el único referente moral frente a una legión de ambiciosos y oportunistas que incluyen a una madre irresponsable y a unos representantes de la ley demasiado débiles ante la tentación del dinero.
Este relato de casi dos horas de duración está realizado con gran corrección, con sus dosis de tensión, suspense y realismo ambiental, sin que falte en su desenlace el dilema ético entre la legalidad y los buenos sentimientos, entre los lazos consanguíneos y el bienestar futuro d elos hijos. Olvida el guión sin embargo que por encima de las bondades del corazón prevalecen las leyes de adopción y la posible inhabilitación judicial de los titulares de la patria potestad.
La película presta atención tanto a los aspectos sociológicos del drama -el barrio obrero católico de Dorchester, clase media venida a menos, delincuencia generalizada- como al estudio individualizado de los personajes, desvelando su complejidad psicológica. Pero Adiós, pequeña, adiós se debate, a mi juicio, en una contradicción no bien resuelta, con un final poco optimista, procura no caer en esquematismos de las peores muestras del género pero su trama argumental se nos aparece demasiado rebuscada, con numerosas sorpresas y efectismos que no logran disimular del todo su artificio.
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