(1) LA PROMESA. LA LEYENDA DE LOS CABALLEROS DEL VIENTO, de Chen Kaige.

LEYENDA Y ESPECTÁCULO
Los prestigiosos cineastas Zhang Yimou y Chen Kaige fueron tentados últimamente por las multinacionales del sector para que adaptaran sus obras a los gustos de los grandes mercados internacionales, utilizando incluso el exotismo y el entretenimiento como vías adecuadas de acceso al codiciado Oscar. El negocio, pues, se acabó imponiendo: del cine de ideas se ha pasado al cine espectáculo y los conflictos de personajes se han convertido en trucajes digitales con sorprendentes efectos especiales.
En este desplazamiento del cine de “autor” hacia el cine de “palomitas”, del cine como arte a cine como industria, la epopeya se ha vestido con los brillantes ropajes de un universo mágico donde todo es posible: un tiempo y un lugar de fábula, mitos ancestrales, poderes sobrenaturales, épicas hazañas y pequeñas dosis de filosofía casera -sobre el destino y el amor- que hicieran compatibles un romanticismo convertido en cliché amoroso y unas artes marciales coreografiadas al “ralentí” por especialistas en cine musical.
Con música del alemán Klaus Badelt, el film podría haber sido una sugestiva versión oriental del Fausto de Goethe, con la niña pobre que logra la belleza y el poder, convertida en princesa, a cambio de no poder conocer nunca el amor verdadero. Pero se ha quedado en un espectáculo tan deslumbrante como trivial.
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