(3) LA BODA DE TUYA, de Wang Quan’an.

ÉRASE UNA VEZ MONGOLIA
Tercer largometraje de Wang Quan’an, cineasta perteneciente a la llamada “6ª generación” del cine chino, La boda de Tuya se alzó con el Oso de Oro en el Festival de Berlín 2007 y es un relato que comparte características del documental reconstruido y de la ficción dramática, estando la interpretación a cargo de actores no profesionales a excepción de la actriz Yu Nan que encarna a la protagonista.
El film retrata un lugar de la Mongolia interior habitada principalmente por mongoles, entre otras minorías étnicas, de entre las cuales el realizador dedica especial afecto y atención a los pastores de ovejas y cabras cuyo tradicional nomadismo se halla en vías de extinción debido a su conversión en campesinos afincados en pueblos y ciudades obligados por la escasez de agua y la desertización de las estepas, la extrema dureza del clima y, sobre todo, la presión de un gobierno que desea destinar las tierras a explotaciones de carácter minero e industrial con el fin de crear riqueza.
La boda de Tuya es, pues, un interesante documental sobre el fin de una cultura ganadera esteparia con pastores alojados aún en tiendas desmontables, alimentados con carne y leche, reconfortados por la lana y el alcohol, abocados al sedentarismo y a la integración uniformadora en un ámbito rural que tenderá a diluir en el olvido sus más arraigadas costumbres y tradiciones. Pero junto a esta dimensión étnica, en la película encontramos un discurso humanista cuya intensidad dramática nunca confunde lo emotivo con lo sensiblero, narrando la determinación de la “madre coraje” Tuya, con dos hijos y un marido minusválido, luchando por mantener la unidad familiar pese a sus graves carencias económicas y sanitarias.
Una historia de amor y de fidelidad narrada con sencillez y autenticidad, bellamente fotografiada, que constituye el testimonio vivo del ocaso de unas tradiciones milenarias y el vehículo de una sutil crítica al desarrollismo económico de un peculiar comunismo que aquí sólo es capaz de ofrecer medicina y una asistencia social de tipo privado. Un final abierto plantea el dilema ante el futuro, continuar sacrificándose o procurarse ya la felicidad.
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