ÁLVARO FERNÁNDEZ, DIRECTOR DE “SALIR PITANDO”

«DESEO HUMANIZAR LA ODIADA FIGURA DEL ÁRBITRO»
El realizador madrileño Álvaro Fernández Armero se ha labrado una reconocida carrera cinematográfica especializándose en un género maltratado en España como es la comedia, considerado el hermano pequeño del drama contemporáneo, en el que ha desarrollado un instinto innato para el humor desenfadado y sarcástico, alejado de lo políticamente correcto. Tras su incursión en el thriller —El arte de morir (2000)— y en el documental —Ángel Nieto 12+1 (2005)—, regresa a su especialización con una divertida comedia que narra la historia de un árbitro de fútbol que regresa a los terrenos de juego tras varios meses de baja por depresión. Para ello, cuenta con la participación de unos inspirados Guillermo Toledo y Javier Gutiérrez, una pareja cómica que no dejará indiferente a nadie.
¿Pretendías demostrar que el cine y el fútbol no son incompatibles?
Si pensara que son incompatibles no habría realizado esta película. De hecho, no solamente son compatibles sino que pienso que existe una relación simbiótica entre ellos, si bien es incipiente y no se ha aprovechado todo el potencial. El fútbol ha usado el cine como un eficaz vehículo de transmisión de sus estrellas, sus equipos y su afición. Y el cine, como fiel reflejo de la realidad, ha tratado de acercarse a este deporte que suscita adhesiones y afición en todo el planeta. Ahí están los documentales sobre el «deporte rey» y los films de ficción que se acercan al mundo competitivo y glamuroso del fútbol.
¿Qué importancia le das al fútbol en tu película?
Es una buena pregunta porque Salir pitando es realmente una road movie que habla de la amistad y de la superación de los miedos e inseguridades de cada uno, todo en clave de comedia. El fútbol no es el auténtico protagonista de la película, es simplemente la «profesión» de los protagonistas, por eso su tratamiento es tangencial. Ello no me impide usar el fútbol como un contexto divertido donde sacar jugo de los líos y conflictos de los personajes.
¿Cómo surgió la idea de Salir pitando? ¿Te inspiraste en casos reales como el famoso «penalti y expulsión» del linier Rafa Guerrero y el «no me jodas, Rafa» del árbitro Mejuto González?
(risas) Mi primera intención no fue hacer una comedia sobre fútbol, la idea surgió de querer contar una historia de un hombre que empieza con su vida destrozada y que poco a poco se va enfrentando a sus miedos. Se narra un viaje físico pero también interior donde el protagonista asume sus problemas y se enfrenta a ellos. Que fuera árbitro de profesión fue una propuesta que surgió después, a partir de entonces el arbitraje y el fútbol han tenido un protagonismo muy grande. El famoso episodio de «penalti y expulsión» me inspiró en la secuencia final del partido.
A pesar de dar prioridad a la comicidad, existen momentos de gran dramatismo.
La realidad nos demuestra que no existe la comedia pura ni el drama absoluto, sino que en un mismo momento pueden darse ambos elementos a la vez. Quería evitar que Salir pitando fuera la típica comedia desenfrenada, basada en el absurdo, sin mayor profundidad que la búsqueda del chiste fácil. Añadir un contenido dramático, como el que aportan los personajes femeninos, especialmente el de Nathalie Poza, le daba una mayor consistencia y era un sincero y humilde homenaje a la comedia clásica que no se basaba tanto en el humor circense de muecas, golpes y caídas, que también, sino al humor inteligente de explotar situaciones incómodas que despiertan el ridículo social, los diálogos ingeniosos, los enredos y los equívocos…
La película humaniza a un personaje vilipendiado socialmente como es el árbitro de fútbol. A los árbitros les gustará Salir pitando.
(risas) Tengo que reconocer que mientras realizaba la película no era consciente de estar promoviendo la solidaridad y el respeto por todo un gremio, pero me consta que la gente se sorprende al comprobar que los árbitros de fútbol son seres humanos, no son robots que se conectan por la noche a un enchufe sino que comen, duermen, se casan y tienen hijos. El linier que nos asesoró en la película salió emocionado tras verla. Y es que la imagen social que tienen es nefasta. La culpa de perder un partido es siempre del árbitro, nunca de los propios jugadores, ni de los entrenadores, ni del equipo técnico del club. Cuando buscamos el asesoramiento profesional para escribir el guión nos pusieron muchísimas dificultades, tanto los árbitros que llamamos como al Colegio de Árbitros que llegó a colgarnos el teléfono. Se equivocaban, porque Salir pitando ha convertido en héroe al villano, desde luego es uno de los logros del film.
La violencia en el deporte también tiene su espacio en el film.
No es un tema para tomar a cachondeo, la verdad. No es el tema principal de la película, porque hubiera desvirtuado la intencionalidad y el tono de la misma, pero está presente. El fanatismo que se crea en torno al fútbol es un arma de doble filo porque, por una parte refuerza el apoyo de la afición y aumenta la venta de periódicos y la audiencia de emisoras de radio y TV, pero la desmesura origina casos de violencia intolerables en una sociedad como la nuestra. Creo que la culpa de la violencia en el deporte es de todos y de nadie en exclusiva: los medios utilizan un lenguaje beligerante que provoca el enfrentamiento, los clubs de fútbol usan el fanatismo para enfervorizar al público y reforzar adhesiones, el público encubre los actos violentos que considera un problema menor, las autoridades no dan suficiente importancia a la violencia y tienen una actitud diferente según los casos, etc. Este problema es muy complejo y debería tomarse medidas globales que exigirían la participación de todos.
Como uno de los directores de comedia más consolidados de España, ¿cuál es para ti el secreto del éxito de una comedia?
Tengo bastante claro que para que una comedia funcione es necesaria, aparte de una buena historia y unos buenos personajes, crear una identificación entre el protagonista y el público. El patetismo es una vertiente fundamental de la comedia, porque darle al espectador la sensación de que siempre hay alguien que las pasa peor que nosotros le hace sentir mejor. Es la figura del antihéroe, que no villano, un perdedor que se enfrenta a su destino. La historia del cine está plagado de ejemplos. Salir pitando explota ese filón.
Pau Vanaclocha
Leave a reply
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.