(3) RATATOUILLE, de Brad Bird.

EXQUISITEZ ANIMADA
Nuevo golpe de efecto de la productora de animación Pixar —Toy Story 1 y 2, Monstruos S.A., Buscando a Nemo, Los increíbles—, subsidiaria de la Disney desde que ésta la fagocitase antes de que se rompieran sus relaciones en 2004, con el que se coloca por delante en la competitiva carrera que disputan DreamWorks, Fox, Paramount, Sony Pictures y la citada Pixar en el mercado mundial de la animación digital. Ratatouille es la demostración, ya indiscutible, del proceso de madurez y consolidación de un género considerado hasta hace pocos años menor, debido en parte a la mojigatería existente durante el reinado de Walt Disney, a la poca atención de los medios especializados y la crítica cinematográfica y a los tópicos existentes sobre el público infantil y los productos destinados a éste.
Desde que El viaje de Chihiro, del realizador japonés Hayao Miyazaki, ganó el Oso de Oro a la Mejor Película en el Festival Internacional de Cine de Berlín de 2002, ante la mirada atónita de la crítica, no son pocos los films animados que rebasan la calificación de “olvidable” para formar parte de aquellos títulos que honran este marginado género cinematográfico. La brillante aportación de Ratatouille es su naturaleza de gran comedia, a años luz de los condescendientes e infantilizados dibujos animados que abundan en las programaciones de televisión. Destaca por su complejidad un guión que, combinando secuencias llenas de diálogos ingeniosos con acción a raudales, narra una historia que avanza, evoluciona, cambia de dirección. Un film plagado de personajes perfectamente construidos, caracterizados con gracia y frescura, capaces de expresar emociones y sentimientos de forma prodigiosa sin una reiteración verbal. Un ritmo ágil, a veces endiablado, ejemplo representativo de narrativa contemporánea. En definitiva, un divertidísimo relato animado realizado en serio, con intencionalidad de trascender y dejar huella.
Siendo perfectamente asimilable para los niños que acudan a verla, Ratatouille es un film dirigido también a los adultos, pues más allá de la mera anécdota argumental existe una inteligente reflexión sobre el proceso creativo —gastronómico, pero aplicable a cualquier manifestación artística—, así como la complicada y a veces incomprendida función de la crítica especializada, verdadero guiño a mi modesta profesión. Por fin, el público adulto ya no se verá obligado a esconderse tras la presencia de un menor —generalmente hijo, sobrino o nieto— sino que podrá acudir dignamente e incluso en solitario para disfrutar de esta pequeña joya animada.
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