(3) MEDIA LUNA, de Bahman Ghobadi.

EL VIAJE A NINGUNA PARTE
El cuarto largometraje del cineasta kurdo-iraní Bahman Ghobadi supuso para el realizador la segunda Concha de Oro del Festival de San Sebastián -la primera la obtuvo por Las tortugas también vuelan, 2004- y su producción fue posible gracias a las aportaciones de entidades de Iraq, Irán, Francia y Austria. Planteado como una típica road movie, narra el accidentado viaje de un autobús en el que Mamo y sus diez hijos músicos se trasladan al Kurdistán iraquí con la intención de dar un concierto.
El film constituye una metáfora sobre la opresión y la diáspora del pueblo kurdo, un colectivo nacional de 40 millones de personas sin Estado propio, repartido en territorio de Iraq, Irán, Turquía y Siria, sin que tantas penalidades históricas les reparten otra cosa que la mera esperanza en un futuro mejor. Realizada con un tono peculiar que mezcla drama y comedia -evocando las películas del serbio Emir Kusturica- Media Luna combina paisajes espléndidos, tanto bellos como escarpados, y tipos humanos entrañables, para alcanzar un estilo muy personal que podríamos calificar como “realismo poético”, merced al cual los elementos más prosaicos y cotidianos son trascendidos por un toque de fantasía que presta al relato un aire especial cuyas claves expresivas debe conectar el espectador si desea aprehender los diversos niveles de significación de esta fábula político-costumbrista.
Rodada con mayoría de actores no profesionales, Ghobadi elabora un relato de corte humanista, fundamentalmente pacifista, con mujeres privadas de derechos que no pueden cantar ante un público masculino, peleas de gallos, bandas de música étnica, absurdas fronteras de belicosos países. Una burocracia paralizadora y omnipresente, ejércitos dedicados a la represión de la ciudadanía y una corrupción generalizada.
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