CARLOS PÉREZ DE ZIRIZA, AUTOR DE “FRAGMENTOS DE UNA DÉCADA”

“EL PANORAMA DE LA MÚSICA EN DIRECTO ES MUY CONSERVADOR”
El colaborador de Cartelera Turia Carlos Pérez de Ziriza, especializado en información musical, acaba de publicar un breve pero intenso libro titulado Fragmentos de una década en el que aporta un completo balance cronológico de lo que han dado de sí los diez años que van de 2000 a 2010. En él, Carlos analiza las tendencias, trasnformaciones y claves del pop-rock del nuevo milenio.
¿Está el panorama musical tan mal como parece?
La situación de la industria musical sí es lamentable, pero se sigue componiendo buena música. Además de hacer un balance de los últimos 10 años, el objetivo del libro es intentar demostrar que no está tan mal como se suele pensar.
¿No hay, por tanto, crisis de ideas al igual que en otros ámbitos culturales?
Creo que no llega al nivel del cine, por ejemplo. Lo que pasa es que hay mucho reciclaje. De la misma manera que en el cine se impone la moda de los remakes, hay una tendencia al revival innegable en la música actual. Ello no implica una crisis creativa. No es negativo que la gente se inspire en estilos y tendencias del pasado, es el talento o la personalidad de cada artista lo que determina la calidad de su trabajo.
¿Es bueno el grado de fragmentación que está alcanzando el mercado musical?
Valoro de forma positiva que cualquiera pueda satisfacer sus gustos musicales y se vea reflejado en la increíble variedad de grupos existente en la actualidad, lo malo es la saturación que ello implica. Existe una oferta excesiva para ser consumida con cierto criterio.
¿Se debe hablar de tendencias o de modas en la música del siglo XXI?
Lo que no hay son estilos definitorios de la década, como pasaba en épocas anteriores. Pero hay multitud de tendencias y modas que se suceden a un ritmo mucho mayor que antes. Hay tendencias musicales que duran medio año. Con el ritmo de vida actual, las modas en el terreno de la música tienen fecha de caducidad.
¿La música actual ha perdido su rebeldía y su inconformismo frente al sistema? Hay gente que la reduce a un mero reclamo comercial.
En verdad la música perdió su actitud contestataria hace muchos años. Siempre va a haber grupos que se ofrezcan como un revulsivo, como lo fue Nirvana en su momento o Primal Scream posteriormente, pero son casos muy aislados. Hoy la música es un negocio, ni más ni menos. Creo que el panorama del pop-rock en cuanto al directo es tremendamente conservador, porque vive de rentas. Es preocupante porque si éste tuvo un espíritu de rebeldía en algún momento, con la música en directo ha desaparecido por completo.
¿Hasta qué punto han cambiado los hábitos de consumo de la música?
Pienso que se escucha mucha menos música que antes, prestando menos atención ya que se suele oír como acompañamiento musical mientras se trabaja o se traslada al centro de trabajo, que nos fijamos más en canciones que en discos completos por eso los discos son cada vez más cortos. Se ha perdido la costumbre de dedicar tiempo al envoltorio de la música, al perder el soporte físico ya no tiene sentido analizar las letras de las canciones, leer los detalles técnicos de las grabaciones, conocer a los profesionales que han hecho posible el disco, etc.
¿Ha democratizado la tecnología el mercado musical?
Sin duda, inventos como el reproductor MP3 o el teléfono móvil ha potenciado la movilidad mientras se escucha música. E Internet –páginas webs, las redes sociales, programas de descargas, etc– permite el intercambio de todo tipo de archivos, entre ellos canciones. Digamos que la tecnología a logrado poner al alcance de más gente el consumo de música.
¿La piratería se está cargando a la industria, como nos quieren hacer creer?
Lo que realmente ha provocado la crisis de la industria musical es la propia inopia de ésta para adaptarse a los cambios tecnológicos, motivada una grave falta de visión a largo plazo, por la búsqueda de beneficios inmediatos y por un complejo de superioridad insultante. En mi libro no tuve espacio para desarrollarlo en profundidad, pero sí hay un libro que lo explica muy bien y que lo cito expresamente. Se trata de “Appetite for self-destruction”, de Steve Knopper.
Consecuencia de todo ello es, quizá, el auge de la música en vivo.
Evidentemente. Con la venta de discos en caída libre, el negocio de la música en directo se ha convertido en la principal fuente de ingresos de muchos músicos, no sólo para aquellos que más difícil tienen el acceso al mundo de la edición musical, incluso las grandes estrellas del firmamento pop-rock han acudido a la política de grandes giras por su evidente rentabilidad.
Hasta el punto de saturar el mercado. Dices en tu libro que España padeció una “festivalitis aguda”.
Se produjo en España un exceso de oferta de conciertos y giras porque nos dimos cuenta de que, además de ser una potencia turística y un país de servicios, podíamos utilizar las infraestructuras existentes para conjugarlo con una oferta musical. A partir del éxito del FIB, eclosionaron de forma oportunista muchos festivales, como el Summercase y Rock in Río, mucho menos consolidados, que le hicieron una durísima competencia. La crisis económica ha eliminado los conciertos pagados por ayuntamientos e instituciones públicas, pero sigue habiendo muchos de carácter privado. Otro factor que explica el éxito de la música en vivo en España es, más que un mayor interés por la música, el interés por desarrollar una oferta lúdica. El que va a un festival también va a tomar el sol y bañarse en la playa, a ir de fiesta. La música, es triste decirlo, es la excusa. Es más un turista que un melómano.
¿Es el revival un fenómeno nostálgico pasajero o ha venido a quedarse?
Yo distinguiría entre el efecto nostálgico del directo y el revival. Cuando hablo de revival hago referencia a grupos que toman estilos antiguos para adaptarlos a la actualidad. El efecto nostálgico aplicado al directo me refiero a esos grupos que hace mucho tiempo que no sacan ningún disco o que han sacado un disco como excusa para salir a la carretera sin nada nuevo que ofrecer. Éstos viven de un pasado glorioso, porque siguen llenando grandes aforos.
¿Música y política pueden ir de la mano?
Más que la política, el entorno socio-político. Hay diversos acontecimientos, como el 11-S y la Guerra de Irak, que provocaron una inesperada reacción en la música estadounidense y británica contra sus respectivos gobiernos. El caso de España fue curioso: los músicos pasaron olímpicamente del tema. Por el contrario, fueron los cineastas y el gremio de los actores quienes protagonizaron una intensa campaña contra el gobierno de Aznar. Me interesaba demostrar que la música que se hace actualmente es reflejo de la sociedad en que vivimos.
Precisamente el atentado contra el WTC de Nueva York provocó la censura y la autocensura en el mundo musical estadounidense. ¿Es una práctica habitual en la industria?
En Estados Unidos suele ser habitual porque en los años 80, durante los gobiernos de Reagan, se creó una comisión gubernamental que censuraban los discos y los calificaba según podía ofender la letra de sus canciones. Esto sigue en la actualidad.
¿Cuál es la situación de la música española?
He puesto poca música española en el libro porque me quería centrar en analizar tendencias, modas y estilos. Hay que reconocer que la industria musical en España importar modelos de fuera. Su aportación al panorama musical internacional es bien escaso. Sí hay grupos que están empezando a tomar como referentes no sólo influencias anglosajonas sino también parte de su legado musical regional. Por ejemplo, Los Planetas, Mus, Lucas 15, Julio Bustamante, etc. Son talentos que van por libre. Ojalá lleguemos algún día a defender nuestra cultura musical como hacen en Francia.
La muerte de Michael Jackson supone, para ti, un fin de época. ¿En qué sentido?
A pesar de que Michael Jackson llevaba muchos años sin hacer nada interesante, tenía el éxito asegurado en la gira de conciertos que estaba preparando. Aprovecho su fallecimiento para afirmar que no hay un relevo generacional para estos artistas superventas que llenan estadios.
¿Y el fenómeno teen?
Los fenómenos adolescentes tienen fecha de caducidad. En el momento en que el público que consume esa música se hace mayor deja de consumirla. A Justin Bieber le pasará lo mismo que a las Spices Girls, los Back Street Boys, los Take That, los New Kids On The Block… Posiblemente alguno evolucione, como un Robbie Williams que realizó una carrera en solitario bastante aprovechable, pero en líneas generales no suelen pasar de fenómenos efímeros.
¿Lady Gaga es la prueba palpable de que el mundo se ha vuelto loco?
Todavía no me puedo explicar el éxito del fenómeno Lady Gaga. Ni yo ni mucha gente. Sin duda, ha sido la figura musical que más portadas, artículos y noticias ha acaparado en 2010. Y quizá lo de menos sea su música.
Pau Vanaclocha
Leave a reply
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.