(1) YO, de Rafael Cortés.

THRILLER PSICOLÓGICO
Pese a los galardones obtenidos en los festivales de Rotterdam y Málaga, la primera película del cortometrajista Rafael Cortés (Mallorca, 1973) me ha parecido un relato tan ambicioso en sus pretensiones de calidad y originalidad como fallido en cuanto a resultados. La historia del alemán que llega a un pequeño pueblo mallorquín para ocupar un empleo se prestaba a diversas opciones narrativas, pero el guión de Rafael Cortés y de Alex Brendenmühl (el actor protagonista) se ha decantado por una especie de thriller psicológico en él que lo misterioso se mezcla con detalles de humor, el costumbrismo isleño con la locura, y la angustia (presunto asesinato, pozo, espejos) con la pesadilla expresionista de un hombre que parece debatirse en una doble identidad.
Los autores del film -hablado en catalán, castellano y alemán- lo definen como un relato «abierto» que exige de cada espectador la personal captación de objetos, gestos y palabras, sólo sugeridas o evocadas en ocasiones, para elaborar el sentido justo de un discurso fílmico que parece necesitado de una mayor precisión y coherencia. Pero yo sólo veo ahí un revoltijo de secuencias donde la inquietante matanza del cerdo, por ejemplo, nunca logra convertirse en metáfora sólidamente articulada, donde no sabemos el por qué de la inseguridad y el sentimiento de culpa del protagonista y donde sus amoríos van y vienen sin razón aparente alguna. Así pues, escasa definición de los personajes, poca consistencia de la intriga y excesiva reiteración de las situaciones.
Citar a Kafka y determinados títulos de Polansky para justificar el tono sombrío y abstracto de esta película me parece una frivolidad, lo mismo que valorarlo como una denuncia de las relaciones laborales abusivas. Simplemente, Rafael Cortés ha debutado en con la ilusión e impericia de la mayoría de los novatos y con la frustrada intención de hacer un film a la vez localista y de validez universal.
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