(1) RITMO SALVAJE, de Sylvain White.

EL AMO DE LA PISTA
La inmensa maquinaria propagandística de Hollywood se ha puesto en marcha para presentarnos la última moda de baile juvenil de origen afroamericano, el stepping, una modalidad de ritmo intenso, movimientos ágiles y estudiada coreografía que bailan las hermandades de las universidades estadounidenses y por las que se enfrentan en reñidas competiciones. Ritmo salvaje no pasa de ser un discreto drama con un endeble argumento –un joven del gueto se traslada a Atlanta para estudiar en la universidad tras ver morir a su hermano en una pelea entre bandas rivales, enamorándose de una joven estudiante–, entrelazado a endiabladas escenas musicales que adoptan el lenguaje caótico del videoclip, protagonizadas por modelos y gimnastas que simulan ser vulgares estudiantes pero que terminan pareciendo anuncios de ropa pija o de perfumes caros. Fijaros lo poco que me atrajo la historia y los personajes, que lo que más me llamó la atención fue un detalle “sociológico”: todo ser humano que sale es negro, exceptuando una secuencia localizada en un lujoso restaurante donde dos personajes se cruzan con varias parejas que no lo son. Un film realizado por y para afroamericanos, sin mostrar la realidad multiétnica de los USA. Para que luego hablen allí de mestizaje e integración social.
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