(3) NUEVO MUNDO, de Emanuele Crialese.

LA TIERRA PROMETIDA
El fenómeno de la inmigración es un hecho ampliamente retratado en el cine, habiendo ejemplos magníficos con los que, sin duda, se habrá inspirado el realizador italiano Emanuele Crialese. Resulta inevitable, por tanto, citar desde la imprescindible América, América (1963), con la que Elia Kazan cuenta los esfuerzos que realizó su propia familia para alcanzar esa tierra prometida que para algunos representa USA, pasando por El padrino 2 (1974), donde se narra el origen del clan Corleone y la llegada a Estados Unidos de Don Vito desde la lejana Sicilia.
Nuevo Mondo recupera con honestidad y buen oficio la odisea que vivieron millones de personas a principios del siglo pasado cuando, movidos por la miseria y la falta de esperanzas, se trasladaron desde una Europa empobrecida a un joven país todavía en construcción. El ganador del León de Plata a la Mejor Dirección Novel en el pasado Festival de Venecia realiza un rotundo relato dramático, a partir de las vicisitudes de una familia de campesinos sicilianos que cruzan en Atlántico dejando atrás su tierra natal en busca de una vida mejor. Su intención, además de dejar constancia del hecho en sí de la inmigración, es reflejar las esperanzas, los anhelos y las preocupaciones de los protagonistas, que sufren una metamorfosis durante el trayecto al pasar de una mentalidad tradicionalista a otra más moderna, más acorde con el espíritu liberal y emprendedor del nuevo continente. Para reflejar las motivaciones de los inmigrantes, el realizador se ha documentado en las llamadas “parole di carta”, las cartas dictadas por millones de italianos sobre la tierra de la abundancia, responsables de la imagen distorsionada que se tenía de Estados Unidos, al mismo tiempo que denuncia la indigna y arbitraria selección –el centro de inspección y albergue temporal era en realidad una especie de laboratorio médico donde se aceptaba o rechazaba al inmigrante según dudosos criterios físico-sanitarios– que hacían las autoridades estadounidenses de los que llegaban en la famosa Isla de Ellis, llamada por los sufrido emigrantes “la isla de las lágrimas”.
Un film didáctico, inteligente y emotivo, que conecta con la actualidad al recordar la poca distancia que separa los pobres europeos de principios de siglo con los míseros africanos que cruzan hoy el estrecho en una frágil patera para llegar a la rica Europa.
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