(3) MEMORIAS DE QUEENS, de Dito Montiel.

CHICOS DE BARRIO
West side story pasando por algunas películas de Scorsese, Ford Coppola y De Niro, el cine norteamericano ha fijado frecuentemente su atención en cierta juventud desorientada, al borde de la delincuencia, privada de un futuro prometedor. Habitantes de barrios marginales en la periferia de grandes ciudades, generalmente sin trabajo, incultos y sin dinero, han sido presentados como víctimas de la violencia y las drogas, como ejemplos de ciudadanos «perdedores». La primera película de Dito Montiel tiene la virtud de haber evitado el sentimentalismo, la moraleja o cierta idealización de los personajes mostrada a veces mediante una excesiva estilización narrativa enemiga de aristas y de claroscuros.
Memorias de Queens es una libre adaptación de parte de la autobiografía de Dito Montiel -que empezó como músico en bandas de rock y de punk- publicada con el título de «Una guía para reconocer a tus santos» en 2003 y que convirtió en guión gracias al apoyo de un equipo asesor de Sundance, en cuyo festival la película cosechó dos importantes premios. Se relata en ella el regreso de un escritor, ya consagrado en Los Ángeles, al barrio de Astoria en el distrito neoyorkino de Queens, con su emotiva reconciliación familiar y la comprobación del destino reservado a sus antiguos amigos y amantes.
Esta historia de redención personal en un contexto de tragedia urbana se materializa en un riguroso relato que rezuma autenticidad, con una voz en off del protagonista en primera persona que, 15 años después de su marcha, vuelve a casa y recuerda sus vivencias en el barrio donde nació y creció. Abundantes méritos: excelentes interpretaciones de todos los actores y actrices; una atractiva banda sonora con canciones de Cat Stevens y Lou Reed, entre otros; rodaje en las mismas calles del barrio donde ocurrieron los hechos; gran atención a las sensaciones físicas, como el permanente sudor en un verano extremadamente caluroso, y un talento inusual en un debutante: alternancia de pasado y presente mediante abundantes flashbacks bastante bien articulados; montaje de planos muy cortos para transmitir la sensación de tensión y de explosiva vitalidad, con una cámara al hombro para captar de forma «espontánea» el bullicio de las calles, y el uso de planos largos, con un ritmo pausado y sereno, para los momentos de intensidad emocional y expresión de profundos sentimientos. Un film muy recomendable.
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