(1) AVRIL, de Gérald Hustache-Mathieu.

MONJA A LA FUGA
Irregular producción francesa dirigida por el realizador novel Gérald Hustache-Mathieu, que pretende, sin conseguirlo, mostrar el viaje iniciático de una joven monja hacia la liberación personal –física y mental– mientras busca a su hermano gemelo recién descubierto. Avril enfrenta dos mundos opuestos aparentemente irreconciliables, la vida oscura y represiva de las monjas de un convento y la vida neohippy de un grupo de jóvenes despreocupados y desinhibidos, para narrar una sucesión de experiencias intensas y enriquecedoras que pondrán a prueba la vocación religiosa de la protagonista, sucediéndose un tránsito cultural e ideológico desde el primero al segundo, sin mostrar las contradicciones y conflictos que entrañaría semejante transformación.
En ese sentido, el film es un canto a la libertad, la tolerancia, la convivencia, narrado con abundantes dosis de humor… hasta el último tercio, donde lo folletinesco determina la evolución de acciones y personajes. Avril es ese tipo de película que, en un momento determinado de la historia, concretamente al final de la misma, existe una grave ruptura en el tono del film, lo que supone una traición al significado, el pensamiento o la reflexión general que poseía hasta entonces. Así, a la ya de por sí endeblez narrativa, existe un giro radical hacia el melodrama con milagro incluido totalmente incompatible con el espíritu liberal, tolerante y vitalista de las primeras tres cuartas partes de la película.
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