(3) 12:08, AL ESTE DE BUCAREST, de Corneliu Porumboiu.

RUMANÍA, AÑO CERO
Rara oportunidad de ver una película rumana, un cine ausente de nuestras pantallas durante largos años tras las esporádicas exhibiciones en circuitos especiales -cineclubs y TV- de algunos títulos de Lucian Pintilie, Ion Popesco-Gopo y Mircea Dragan. Realizado con escasísimos medios económicos aunque premiado en varios festivales internacionales, 12:08, al este de Bucarest es un film que consta de dos partes diferenciadas. En la primera se presenta a los personajes en su gris cotidianeidad, con las rutinas y carencias de gente corriente contemplada con ese peculiar costumbrismo del cine socialista de los años 60. En la segunda mitad se muestra la celebración de un debate, en una modesta TV local, con ocasión del 16 aniversario de la revolución rumana del 22 de diciembre de 1989. En la charla participan, con el moderador, un profesor alcohólico y un jubilado que ocasionalmente se disfraza de Papá Noel. Se evocan los momentos del acoso popular al dictador Ceaucescu, su apresurada huida en helicóptero y finalmente su detención y ejecución, con su esposa, ante las cámaras. Fue la caída del régimen comunista. Pero lo cierto es que en el pueblo cercano a la capital donde se celebra el coloquio, la gente sólo se echó a la calle tras haber visto los acontecimientos por TV a las 12:08 del mediodía. El pretendido heroísmo revolucionario de los allí presentes resulta ser falso, como acreditan varios testigos. Sucede como con el mayo francés del 68 o la lucha antifranquista: muchos oportunistas se han apuntado pero muy pocos participaron realmente.
La intervención telefónica de los telespectadores, a favor o en contra de la “revolución”, en defensa o en vituperio de los testigos y con opiniones sobre la situación política actual del país completan esta curiosa película, una mirada bastante triste, escéptica y sarcástica sobre el pasado, que con ritmo pausado y un desencantado humor subterráneo parece preguntarse, vista la evolución de los hechos y la mediocridad reinante, si las “proezas” del 89 valieron la pena y si en el fondo han cambiado mucho las cosas.
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