(2) LA MALDICIÓN DE LA FLOR DORADA, de Zhang Yimou.

INTRIGAS EN LA CORTE IMPERIAL
Me interesan más las películas intimistas, apegadas al devenir de la vida cotidiana que aquellas en que el cineasta chino Zhang Yimou aborda temas épicos en forma de gran espectáculo, como Hero (2002) o La casa de las dagas voladoras (2004), con financiación de poderosas compañías multinacionales. Percibo un itinerario que va de la maestría basada en la funcionalidad expresiva y en las profundas emociones a los grandes presupuestos, con escenografías aparatosas y costosos efectos digitales. En este caso, los personajes devienen más superficiales, subordinados a las exigencias argumentales de leyendas, costumbres y ritos del antiguo Oriente, con una preocupación básicamente esteticista que acaba convirtiéndose en arrolladora orgía visual.
La maldición de la flor dorada pertenece a esta segunda tendencia y es adaptación a la época feudal china —la corrupta y sangrienta dinastía Tang del siglo X— de una famosa obra teatral moderna —La tempestad de Cao Yu— sobre la desintegración de una rica familia de industriales en los años 30, narrada ahora en cine como un relato de acción sustentado en la vieja tradición de las artes marciales. Se trata, pues, de un suntuoso melodrama histórico que evoca los relatos épicos del japonés Akira Kurosawa de inspiración shakespeariana, unas tragedias llenas de ruido y de furia confeccionadas con materiales tan humanos como las ambiciones, las traiciones y las venganzas teñidas de sangre y de sexo.
El film, que comporta el regreso de la actriz Gong Li, la que fuera musa y compañera sentimental de Zhang Yimou, narra las intrigas familiares de la corte imperial —la llamada «ciudad prohibida»— durante la celebración de la Fiesta del Crisantemo, con el emperador, la emperatriz y sus tres hijos disputándose el poder. Brillante espectáculo de vivos colores, con predominio del rojo-violencia y del dorado-opulencia, lujosos vestidos y fastuosos decorados, realzado todo por una pomposa puesta en escena que incluye batallas y peleas resueltas como deslumbrantes ejercicios coreográficos.
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