(2) EL NIÑO DE BARRO, de Jorge Algora.

PSICÓPATA ADOLESCENTE
El debut en el largometraje de ficción del realizador televisivo y documentalista gallego Jorge Algero se basa en un hecho real, la trayectoria criminal de un psicópata adolescente en el Buenos Aires de 1912 tratado de forma sensacionalista por la prensa de la época, que da forma a un correcto thriller con subtrama esotérica incluida, pues el protagonista es un niño dotado de capacidades extrasensoriales que le permiten soñar despierto con el asesino y seguir su pista hasta lograr su detención. Es esta parte del film –las vicisitudes del niño y de su madre–, por tanto, la que determina la evolución de la investigación policial y la que evita profundizar más sobre la figura del asesino, llamado El Petiso Orejudo, y su posible vinculación con una red local de pederastia que afectaría, por si fuera poco, a altas esferas de la sociedad bonaerense.
El mayor interés de El niño de barro, por tanto, queda diluido por la inconsistente presencia del joven protagonista y de su sufrida madre, añadiendo abundantes pinceladas de drama social que recordaría al universo dickensiano, pero que no ahonda en las inhumanas condiciones de vida de las clases bajas o la corrupción que engrasaba todo el aparato del Estado, concretamente las esferas políticas, económicas y la seguridad pública. Una música monótona que se limita a enfatizar dramáticamente la acción, omnipresente a lo largo de la cinta, no mejora el resultado final.
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