(3) LA SEGUNDA NOCHE DE BODAS, de Pupi Avati.

UNA LARGA HISTORIA DE AMOR
El realizador italiano Pupi Avati (Bolonia, 1938) no es conocido y valorado como se merece por los cinéfilos a pesar de su amplia filmografía, de los abundantes premios obtenidos y de haberse estrenado siete de sus obras, algunas en TV, entre nosotros. La segunda noche de bodas es, en esencia, una larga historia de amor callado y no consumado entre un modesto y bondadoso campesino del sur, un enfermo mental poco integrado en el mundo que le rodea -encarnado por el estupendo actor Antonio Albanese- y una cuñada viuda -la destacada cantante lírica Katia Ricciarelli- procedente del norte. El contexto, reconstruido con acierto, es la Italia de la inmediata posguerra (1947), cuando mucha gente tuvo que trasladarse a zonas agrarias meridionales para no morir de hambre, una corriente migratoria que se invirtió años más tarde con la industrialización y la demanda laboral en regiones como Piamonte y Lombardía. El choque de culturas tuvo una gran envergadura.
Giordano, el protagonista, se dedica también con riesgo para su vida a neutralizar las minas y bombas abandonadas sin estallar en la reciente guerra y su cotidiana existencia está estrechamente vigilada por sus dos severas tías -una de ellas encarnada por la antigua estrella Marisa Merlini-, dedicadas a la fabricación casera de peladillas. El film, inspirado en recuerdos autobiográficos de Pupi Avati, constituye una agradable sorpresa y se desarrolla con buen pulso narrativo así como con un acertado tono expresivo, con emociones que nunca caen en la sensiblería y con una ironía que no hace concesiones a la vulgar comicidad. Su estilo evoca ciertos temas y personajes de Fellini pero con un acercamiento más costumbrista a la realidad, en la línea de las celebradas comedias italianas de los 60 dirigidas por los Germi, Comencini, Rlsi y Monicelli.
La segunda noche de bodas, dedicada a todos los niños que perecieron víctimas de artefactos explosivos enterrados durante la contienda, propone con sutileza un mensaje de carácter optimista: siempre hay una segunda oportunidad para rehacer la propia vida, pues la bondad acaba triunfando sobre la malicia y la generosidad sobre la codicia.
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