(2) CONFIANZA CIEGA, de Étienne Chatillez.

LADRONES DOMÉSTICOS
Como el Renoir de Boudu salvado de las aguas, Chatiliez elabora una comedia satírica de tintes libertarios en la que no disimula sus simpatías por la pareja protagonista, un hombre y una mujer que aprovechan sus empleos como sirvientes para hurtar lo que pueden en las casas de sus amos. Antisociales y marginados a su manera, su amoralidad y sus pequeños delitos constituyen una forma de supervivencia, aprovechando las flaquezas de los demás, alterando ese orden burgués edificado con frecuencia sobre la hipocresía y los vicios ocultos.
El constante vagabundeo laboral de Chrystéle y Christophe, que actúan por instinto antes que por conciencia social o política, parecería una apología radical de la libertad del ser humano si no fuera por su condición de víctimas involuntarias y subproductos de un contexto desfavorable con abundantes carencias en educación, fortuna, familia y valores morales. El título Confianza ciega alude, de forma irónica, a la peculiar historia amorosa que viven los protagonistas, unos picaros nada convencionales, en la que las nociones de lealtad y de fidelidad brillan por su ausencia como modo de rebeldía contra un entorno siempre hostil.
La película muestra situaciones que provocan la sonrisa pero que la congelan inmediatamente con su crítica de costumbres que deja ver las injusticias del mundo, todo ello sin recetas moralizantes, incluso con expresiones que rozan el llamado «buen gusto». Chatiliez nos habla, con demasiada sutileza probablemente, de clases sociales, de desajustes económicos, de carencias culturales y de la ridícula ostentación consumista de los pobres súbitamente enriquecidos. Pero lo hace sin perder de vista la diversión del espectador. Y con la decisiva aportación de la actriz belga Cécile de France y de Vincent Lindon.
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