(1) LAS VACACIONES DE MR. BEAN, de Steve Bedelack.

COMICIDAD ARTIFICIOSA
El segundo largometraje de Steve Bodelack recupera a Mr. Bean —el actor Rowan Atikson—, debutante con éxito en la TV británica en 1990, esta vez como protagonista de un largo viaje repleto de incidentes desde Londres a la Costa Azul tras ganar por sorteo una estancia en la playa francesa de moda.
El film está inspirado en los grandes cómicos del cine —Chaplin, Tati, Jerry Lewis etc.— olvidando que en ellos siempre había una coherencia entre personaje y mundo exterior en una relación dinámica mediante la cual ambos se transformaban, positivamente para el personaje, destructivamente para el entorno.
La peculiaridad de Mr. Bean consiste en hacer de la memez y el atolondramiento, de las carencias mentales en definitiva, la clave de su humor. En Las vacaciones de Mr. Bean falla la lógica más elemental, todo viene forzado para lograr unos gags visuales pretendidamente graciosos pero que resultan artificiosos, sin contacto con el mundo cotidiano. La ininterrumpida sucesión de incidentes no obedece aquí a disciplica creadora alguna, la que genera el humor más inteligente, sino a una serie de ocurrencias de gujión que sólo conducen a situaciones falsas, reacciones psicológicas poco creíbles y gags puramente mecanicistas. Y cuando la película intenta meterse en honduras, no acierta: esas citas cinéfilas mal planteadas o burla del aburrido cine de “arte y ensayo” a cargo del pretencioso y narcisista realizador encarnado en Williem Dafoe.
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