KEPA SOJO, DIRECTOR DE “EL SÍNDROME DE SVENSSON”

«TODO EL MUNDO TIENE ALGO DE FRIKI»
Puede que en un principio a nadie le suene el nombre de Kepa Sojo, pero es el creador de un nuevo (sub)género cinematográfico: el «absurdo pop», una delirante fusión de la comedia desmadrada adolescente, el absurdo surrealista y la clásica comedia española. Semejante creación es resultado de ocho años de trabajo, desde la definición de la idea hasta el estreno en salas, en los que ha compaginado su labor de guionista y director con la de profesor de Historia del Cine en la Universidad del País Vasco (su tesis doctoral trató sobre Bienvenido Mr. Marshall). Apología del frikismo hispano, El síndrome de Svensson es una delirante road movie que narra las peripecias de un grupo de personajes, cada cual más esperpéntico, que se reúnen en un festival de música pop en la localidad valenciana de Xàtiva. La ópera prima de Kepa Sojo es, como dice su realizador, una comedia sin pretensiones y para entretener al personal.
¿Qué es eso del «absurdo pop»?
Es un estilo inexplicable que nos hemos inventado para reírnos un poco de todo el tema este de las etiquetas y clasificaciones teóricas de las películas, como el movimiento Dogma, los llamados «nuevos cines», así como de las vanguardias artísticas más irreverentes como el surrealismo y el dadaísmo. Antes de que me etiquetaran la película la etiquetamos nosotros. El síndrome de Svensson es el primer film del absurdo pop y probablemente el último, pues no creo que haya seguidores de esta tendencia tan execrable.
¿Qué referentes has tenido para realizar El síndrome de Svensson?
La comedia esperpéntica o la farsa no es, desde luego, algo novedoso. Existe una larga tradición de este tipo de cine, desde la ironía y el absurdo de José Luis García Berlanga, pasando por el desmadre de Carles Mira o Juan Antonio Escrivá, hasta la mala leche de los jóvenes realizadores actuales, como Karra Elejalde o Javier Rebollo. A la farsa le he añadido un barniz de homenaje a algunos títulos cinematográficos para burlarme, siempre con cariño, de esas películas que más me han gustado.
De eso quería hablar, el film está lleno de alusiones cinéfilas. ¿Eso no lo asocia a esas comedias absurdas estadounidenses donde parodian películas famosas, como Scary movie, Date movie o Epic movie?
No han sido mi modelo a seguir de película, aunque existen ciertas semejanzas a la hora de plasmar, bajo el prisma del cachondeo, las películas que he homenajeado, como Una historia verdadera, La noche del cazador, Bienvenido Mr. Marshall, Psicosis, Un perro andaluz, Con la muerte en los talones, Ordet o Thelma y Louise. Soy más admirador del cine español de los años 50, de películas como El extraño viaje, Los jueves milagro, Bienvenido Mr. Marshall… También me siento muy atraído por el cine underground como el de Jim Jarmusch o el de Kaurismaki, en los que aparece la figura del personaje absurdo.
¿Te consideras friki? Te lo digo porque tu película es un homenaje al frikismo.
Me considero una persona bastante normal. Pero, realmente, ¿qué es ser friki? El periodista Jesús Palacios me dijo que en el mundo del cine hay dos tipos de frikis: los frikis y los putos frikis. Los primeros son gente como tú y como yo, pero los putos frikis son como los frikis pero sin novia. No, en serio, creo que todo el mundo tiene algo de friki.
El film me ha recordado mucho, por sus similitudes, a El mundo alrededor, de Álex Calvo Sotelo. ¿La has visto?
La he visto y yo no veo que sean tan semejantes. Creo que mi película se parece más a Un, dos, tres, al escondite inglés, de Iván Zulueta o, modestamente, Amanece que no es poco, de José Luis Cuerda.
Habéis sido de los primeros en rodar en la Ciudad de la Luz, ¿cómo ha sido la experiencia?
Fue alucinante, porque veníamos de pasar necesidad y calor en el páramo castellano-manchego y de repente llegamos a un lugar inmenso con todos los lujos y necesidades cubiertas. Como curiosidad, el presidente Camps vino a visitar la Ciudad de la Luz y casualmente rodábamos la secuencia de la vaca y fue bastante gracioso. Su visita fue tan rápida que fue llegar e irse, recordándome la famosa escena de Bienvenido Mr. Marshall. Visto y no visto.
Pau Vanaclocha
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