(1) LA GRAN ESTAFA, de Lasse Hälstrom.

MENTIROSO COMPULSIVO
A estas alturas ya nadie discute el inequívoco sentido comercial que se le otorga a la etiqueta “basada en un hecho real”, que pretende por sí sola despertar el interés de aquellos aficionados a la “realidad” en detrimento de la “ficción”. Existe, por tanto, un reconocimiento implícito de prestigio a lo basado en hechos documentados en contra de aquellas historias creadas a partir de la imaginativa mente de un escritor. Pero mi reflexión va más allá: ¿el hecho de inspirarse en la realidad implica que una obra es leal a los sucesos que describe, o su autor tiene manga ancha para interpretar a su antojo el episodio histórico o las vicisitudes personales de un determinado personaje? En resumen: ¿hasta qué punto una historia basada en un hecho real es fiel a esa realidad?
La gran estafa supone el discreto regreso a la gran pantalla del realizador Lasse Hälstrom, que realiza un biopic políticamente correcto de Clifford Irving, un escritor frustrado y obsesionado por el éxito que protagonizó uno de los mayores fraudes literarios de la Historia al vender a una editorial una falsa biografía del famoso magnate Howard Hughes. A años luz de la interesantísima Fraude (1972), donde un inspirado Orson Welles profundiza sobre la figura del falsificador e incluso pone en cuestión la superioridad moral de la obra original —la verdad— y reivindica el poder deslegitimador de la copia —la mentira—, La gran estafa es una mirada superficial y carente de matices propia de las producciones hollywoodienses, pues antepone los aspectos efectistas y sentimentales del personaje antes de proponer una honesta aproximación al caso que provocó un escándalo sin precedentes con ramificaciones políticas, al poner al descubierto información contraproducente del entonces presidente Nixon y su Administración republicana.
Si bien el ritmo con en el que se narra nunca decae y realiza una minuciosa contextualización de los años 60 —guerra de Vietnam, protestas sociales, conexiones entre la política y la gran empresa— gracias al recurso de imágenes de archivo, Hälstrom se centra en el proceso de creación del libro por parte de Irving y de su inseparable amigo Susskind, en una primera parte que se orienta más hacia la comedia ligera. Posteriormente, cuando la mentira alcanza ya enormes proporciones y ya es inevitable que se descubra la estafa, el film se oscurece más y el protagonista sufre un proceso paranoico donde confunde realidad y ficción y acaba asumiendo la personalidad de su objeto de estudio. Es una pena que ni la elección del actor protagonista, Richard Gere, ni el tono elegido sean elecciones acertadas para el tema tratado.
Leave a reply
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.