(1) HANNIBAL, EL ORIGEN DEL MAL, de Peter Webber.

PRECUELA DE PRECUELA
El tirón popular de uno de los psicópatas asesinos más seductores de la historia del cine, Hannibal Lecter, ha impulsado la realización de esta precuela de precuela, en un intento por conocer el origen del monstruo —su traumática infancia y juventud—, sin la determinante participación de Anthony Hopkins en el papel protagonista.
Le sustituye un eficaz Gaspard Ulliel, que se limita a imitar las muecas y gestos de aquél. Hannibal, el origen del mal es un thriller violento y efectista, más sanguinario y espectacular que sus anteriores entregas —que no alcanza, por tanto, el suspense ni la sutileza de la interesante El silencio de los corderos (1991) ni refleja la complejidad del protagonista de su pre-precuela— que nos muestra la difícil trayectoria vital de Hannibal en un orfanato soviético y su huida a Europa occidental a la búsqueda de los asesinos de su hermana pequeña.
Para este tipo de producción destaca la cuidada factura estética, sin duda gracias a una loable ambientación y a una acertada puesta en escena, pero en cuanto a su contenido, se limita a narrar la típica historia de venganza personal. Además, sin poder evitar caer en la sublimación del personaje, el film peca de un partidismo a favor de éste —no hay distanciamiento— que puede hacernos matizar las salvajadas criminales que comete.
Para ávidos de sensaciones fuertes y desagradables.
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