(1) CIUDAD DEL SILENCIO, de Gregory Nava.

FALSO PERIODISMO DE INVESTIGACIÓN
La etiqueta “basado en hechos reales” es, quizá, el último y más efectivo instrumento de marketing para vendernos cualquier película, como si la base real de la historia aportara un plus de credibilidad, fuerza y consistencia de la que carece, por ejemplo, este film previsible y convencional. En ese sentido, que Ciudad del silencio denuncie los terroríficos asesinatos de mujeres en la localidad mexicana de Ciudad Juárez no significa que exista una sincera intencionalidad de profundizar sobre los hechos, pues la investigación periodística que realizan los protagonistas del film resulta tan epidérmica que la autoría de los crímenes aparece aquí como algo anecdótico, siendo las vicisitudes de los personajes, sus idas y venidas y sus ambiguos sentimientos lo más importante de la película. Las incoherencias de la narración –se esconde a una importante testigo, procedente de las chabolas periféricas de la ciudad, en una fiesta de alta sociedad, como si nada, donde por cierto coincide con su agresor– y la sucesión de tópicos del género –la periodista se ofrece voluntaria para hacer de gancho y atrapar así al asesino… y luego ni siquiera declara en el juicio como víctima– resultan tan evidentes que la crítica política y económica –se acusa a las instituciones mexicanas y estadounidenses de corrupción y dejadez, se denuncia que el Tratado de Libre Comercio es el causante de la explotación laboral de los trabajadores mexicanos, se muestra la dura realidad de la inmigración ilegal– queda en un discreto y apartado segundo plano. La utilización de actores-reclamo, como la insípida Jennifer López y un sobrio Antonio Banderas, no mejora el producto final.
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