(2) MADRIGAL, de Fernando Pérez.

ROMANCE EN TIEMPOS INCIERTOS
Formado en el mundo del documental, el veterano realizador cubano Fernando Pérez demostró en Suite Habana (2003), una emotiva crónica del día a día en la isla caribeña, las enormes posibilidades de ese género cinematográfico excesivamente dependiente del objetivismo imposible y de las convenciones académicas propias del documental científico, abriendo las puertas al discurso poético, enriquecido por la simbología y el lenguaje metafórico.
Utilizando el mismo código narrativo que le valió el reconocimiento internacional, Fernando Pérez nos sumerge en un confuso juego dialéctico entre términos aparentemente contradictorios —la realidad y la ficción, lo material y lo espiritual, el ser y el parecer—, pero en el terreno de la ficción dramática. Madrigal, curiosa combinación entre el drama romántico y el relato de ciencia-ficción, es un sincero homenaje del film Las maniobras del amor (1955), del realizador galo René Clair, en el que se narra la historia de amor entre dos personajes atormentados, un actor de teatro aspirante a escritor y una joven encerrada en su mundo de complejos y secretos. Una segunda parte del film nos lleva a una Habana futurista —que recordaría en su puesta en escena, salvando las distancias, a Blade runner (1982) de Ridley Scott—, inhóspita y decadente, donde el ser humano carece de libertad y unos pocos luchan por alcanzar la utopía.
Nos encontramos, pues, ante una película alejada conscientemente del realismo naturalista de la cinematografía cubana. En todo momento el director se mueve en el terreno de la ambigüedad y la abstracción, creando una atmósfera artificiosa, gris y melancólica. El problema es que Madrigal no va más allá de ese artificio, no trasciende de la mera anécdota. Excesivamente teatral, sin duda por las analogías que se establecen entre el oficio del protagonista y la relación que mantiene él y su enamorada —todo es verdad y mentira a la vez, somos actores en un gran escenario cósmico—, los personajes nunca dan la sensación de ser entidades autónomas sino elementos dirigidos a golpe de guión y se teoriza demasiado en boca de los personajes sin ser la imagen lo que nos haga reflexionar sobre aquello que vemos.
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