(1) SHINOBI, de Ten Shimoyama.

AMOR Y ARTES MARCIALES
Basada en la obra gráfica de Futaro Yamada, un reconocido autor de manga, Shinobi recoge por una parte la tradición del wuxia, ese género típicamente asiático que combina con gracia las artes marciales con algunos elementos del cine fantástico —las propiedades mágicas de diversos objetos, la existencia real de mitos y leyendas, los poderes y capacidades sobrehumanas de los protagonistas— y por otro el drama romántico más convencional para narrar la trágica historia de amor de dos guerreros pertenecientes a dos clanes enfrentados por el favor del emperador. La ciudada puesta en escena, la hermosa fotografía –el colorido de los paisajes, las composiciones claroscuras de determinadas escenas– y las sorprendentes escenas de lucha convierten el film en un sugestivo y entretenido relato que recuerda a sus referentes más inmediatos, como Tigre y Dragón, La casa de las dagas voladoras y Siete espadas, aunque carece en todo momento de la sensibilidad de Ang Lee a la hora de retratar personajes y ambientes, y la narración está desprovista de la soltura y la solidez de Zhang Yimou. En ese sentido, el film se decanta más por la mera acción, recordando más a las clásicas series japonesas de lucha como “Los caballeros del Zodíaco” o “Bola de Dragón” o a la saga de X-Men –algunos de los personajes son calcados a algunos famosos mutantes– que a las películas antes mencionadas.
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