(3) UNITED 93, de Paul Greengrass.

RECREACIÓN DEL 11-S
En poco tiempo se han estrenado en Estados Unidos varias películas que recrean, con mayor o menor precisión y voluntad documental, los atentados terroristas que se cometieron el 11 de septiembre de 2001 en aquel país: World Trade Center (2006), de Oliver Stone, todavía no estrenado en España, y United 93, del director de la interesante Bloody Sunday (Domingo sangriento) (2002), responsable también del guión y la producción de la destacable Omagh (2004).Sin entrar en la polémica sobre el oportunismo del estreno de la cinta –dentro de dos semanas se cumplen 5 años de esa tragedia– o de su supuesto valor terapéutico –para superar un trauma hace falta enfrentarse a él– para una sociedad todavía dolida y conmocionada por el atentado, he de defender este film no tanto, aunque también, por el rigor y la meticulosidad a la hora de retratar el vuelo 93 de United Airlines, el último avión secuestrado que no llegó a su finalizar su trayecto –el Capitolio de Washington– gracias a la rebelión de los pasajeros contra los secuestradores al enterarse de cuál era su destino, sino por la veracidad y el realismo con que se muestran los hechos, gracias a la labor de documentación –se recrean diálogos reales entre gente de tierra y pilotos, conversaciones privadas entre familiares y víctimas, seguimiento minuto a minuto de trayectoria de los aviones, reacciones políticas y militares, etc.– y a la ausencia de toda espectacularidad y heroísmo, así como a la recreación artificiosa del sufrimiento humano.
El director va directamente al grano, comenzando por mostrar los primeros momentos de incertidumbre de los controladores aéreos al perder el contacto con varios de los aviones, dos de los cuales se estrellarían en las Torres Gemelas y otro en el Pentágono, hasta el secuestro en pleno vuelo del último avión y su posterior caída por el intento infructuoso de los asustados pero valientes pasajeros por detener a los terroristas de su absurda cruzada. Es destacable cómo se presentan tanto a las víctimas –seres tridimensionales que se les saca de su vida cotidiana para vivir una experiencia traumática– como a los verdugos, sin caer en estereotipos ni juicios morales que acabarían devaluando el mayor valor de United 93, su honestidad. Un homenaje realizado sin pretensiones pero narrado con agilidad y tensión crecientes que seguro sensibiliza al más frío y apático espectador.
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