(3) JUNEBUG, de Phil Morrison,

MUNDOS OPUESTOS
Inteligente muestra de cine independiente USA, de reducido presupuesto, convertida en un singular éxito de taquilla y de crítica, Junebug constituye el debut en el largometraje de Phil Morrison, que volcó muchas de sus experiencias personales en el guión de Angus McLachlan, autor también de la obra teatral que sirvió de punto de partida. En el film, el ámbito familiar es el espacio acotado en el que se materializa el choque de culturas cuando un joven y su esposa de Chicago visitan la casa de sus padres en una localidad de Carolina del Norte.
Una vez más, lo urbano frente a lo rural, lo liberal frente a lo conservador, lo laico frente a lo religioso, lo refinado frente a lo tosco. La América moderna y culta del norte frente a la profunda tradición del sur, sin que las relaciones de mecenazgo o la cultura “superior” de unos aspectos a otros impidan al realizador de la película afinar sus instrumentos de observación y de análisis lejos de tópicos y prejuicios.
Típico relato de emociones elaborado con una contención que evita manipular al espectador, Junebug plantea de nuevo la cuestión del realismo en el cine, que no es una fórmula inequívoca sino una interpretación del mundo según el particular punto de vista del narrador, en este caso utilizando el referente argumental del extraño que viene a perturbar la rutina y estabilidad de una pequeña y hermética comunidad humana.
El discurso de Phil Morrison sortea lo anecdótico para ir a lo esencial del suave fluir de los acontecimientos, con momentos trascendentes pero sin esquemas dramáticos previos, para reflejar los distintos estilos y ritmos de vida de los personajes con ese lenguaje fílmico sutil que el cine moderno estableció hace casi medio siglo y que algunos precursores, los clásicos admirados por el realizador, contribuyeron a codificar.
La riqueza del film se hace palpable en la complejidad y el rigor con que el realizador contempla a sus criaturas de ficción, sin obviar sus miserias pero sin juzgarlas con acritud. Es esa mirada serena y compasiva lo que hace admirable esta película, la piedad con que presenta al pintor naïf racista, la normalidad con que conviven y se expresan las distintas culturas, con emociones primitivas y diálogos a gritos, la riqueza musical de la banda sonora contrastando con la vulgaridad de la familia sureña y los largos fundidos a negro atemperando la tragedia sobrevenida… hasta llegar a un final abierto a la concordia y a la esperanza.
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