(2) TU VIDA EN 65’, de María Ripoll.

HUMANIZAR LA MUERTE
El eros y el tánatos, el placer y el dolor, la vida y la muerte… en definitiva, los dos polos de la existencia humana, son objeto de reflexión en esta comedia dramática de la realizadora catalana María Ripoll a partir de la obra de teatro homónima de Albert Espinosa, creador de la interesante Planta 4ª (2003).Pero lo hace mostrándolos no como dos elementos estancos, inconexos, sino formando parte de un todo en el que en un mismo instante coexisten la risa burlona con la honda tristeza por la pérdida de un ser querido. Pues de eso trata Tu vida en 65’, del sentimiento de duelo y de cómo el amor puede ayudar a superarlo, o por lo menos a asimilarlo para no caer en la locura o en la depresión. Pero hay más elementos para el análisis, pues el guionista –muy influido por su propia experiencia: luchó durante muchos años de su adolescencia contra el cáncer, tal y como recogió en la obra antes mencionada– y la directora hablan, con una cercanía, una sensibilidad y una veracidad prodigiosas, sobre la muerte como generador de vida, como principio y no como fin, en un intento sincero de humanizar la muerte, revelarla como algo próximo que no hay que temer sino aceptar como algo natural. A partir de una macabra confusión, tres amigos acuden al tanatorio creyendo despedirse de un conocido de la infancia. No obstante, vivirán una experiencia vital enriquecedora donde descubren el valor de la amistad, el amor y la felicidad. Una visión novedosa, optimista, sobre el fin de la vida, incluso cuando éste viene por decisión propia –el suicidio– y no por inevitables caprichos del destino.
Es el tratamiento de estos temas de los que a muy poca gente le gusta hablar lo más destacable de Tu vida en 65’, pero también lo es cómo María Ripoll despliega un discurso poético y contemplativo que hace simple lo aparentemente complejo y muestra con total naturalidad lo que, socialmente, es incómodo y excesivamente solemne. Llama poderosamente la atención el tono vital, rebosante de energía y juventud, de un film de semejante temática, en la que la acción es reducida a la mínima expresión y los sentimientos y las emociones se convierten en el verdadero motor de la historia.
Sólo dos aspectos menoscaban la solidez de la película, aunque su matización dependerá de la opinión de los espectadores: la excesiva dependencia del azar, que da coherencia a todo el relato y sin el cual no podría darse tal sucesión de casualidades, y un final sorprendente por la osadía y la radicalidad del mensaje propuesto, y que por supuesto no desvelaré para no robarle público a esta curiosa e intensa película.
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