(2) SUPERMAN RETURNS, de Bryan Singer.

VUELVE EL HOMBRE DE ACERO
Llevaban más de una década intentando readaptar a Superman —siguiendo la tendencia de trasladar los personajes del cómic al cine, como Hulk, Spiderman, los X-Men, Daredevil, Elektra, Los 4 Fantásticos, Batman, etc.—, pero los constantes contratiempos, el elevado presupuesto necesario y el baile de directores —Tim Burton, McG, Brett Ratner— y de actores —Nicolas Cage, Jason Behr, Josh Hartnett— habían retrasado el ansiado regreso. Finalmente Bryan Singer, el realizador de la interesante Sospechosos habituales (1995) y las nada despreciables X-Men 1 (2000) y X-Men 2 (2003), gran conocedor y admirador del mundo del cómic, se ha hecho responsable de esta lujosa producción de abundantes efectos especiales que revitaliza al personaje creado por Joe Shuster y Jerry Siegel en las páginas de Action Comics nº1 publicado en 1938.
De manera muy inteligente, Superman returns retoma la narración tras los films de Richard Donner y Richard Lester, sus primeras entregas, y olvida las bochornosas películas que concluyeron la saga de la peor manera posible. Y lo hace recuperando la grandeza del personaje, sin duda gracias a los espectaculares efectos especiales que hacen creíble, ahora sí, que una persona pueda volar y parar un avión en su caída. No obstante, y este es el mayor defecto que observo, más que una continuación, el film de Bryan Singer se presenta como un constante homenaje, casi un remake, de Superman, pues reproduce con significativa fidelidad personajes, situaciones, escenarios y diálogos del original, hasta el punto de perder personalidad propia. Incluso el parecido de Brandon Routh es calcado a Christopher Reeve, al igual que Kevin Spacey se asemeja a Gene Hackman. Es decir, no hay novedades ni nuevos puntos de vista: sólo la misma fórmula de siempre. Pero con variaciones y añadidos argumentales que ni el cómic se ha atrevido a realizar, como que Lois Lane se haya casado con otro y tenga un hijo que oculta un previsible secreto. Sigo sin entender cómo pueden tratar con tanta superficialidad al mayor enemigo de Superman, Lex Luthor, que aparece aquí como un científico loco que da más pena que otra cosa y que se dedica a engañar a viudas indefensas para financiar sus absurdos proyectos y no como el inteligente y temible multimillonario que odia a Superman por ocupar su lugar en Metrópolis, ciudad que considera suya.
Para enriquecer un argumento que se limita al regreso del superhéroe a la ciudad tras un lejano viaje a su inexistente planeta natal, Bryan Singer desarrolla en exceso la trama dedicada a la ambigua relación entre los antiguos amantes, sucediéndose interminables secuencias donde surgen viejas rencillas y rencores, reproches de enamorados y paseos románticos por el skyline de Nueva York, lo que explica la extensa duración del film, que sobrepasa las dos horas y media. Quizá sea un intento de dotar de mayor profundidad psicológica a un personaje que, reconozcámoslo, proviene de un cómic claramente comercial y que carece de más motivaciones y preocupaciones que las de un buen samaritano o, como dice su esposa en las viñetas, las de un gran boy scout.
Aún así, como lector de cómics y no disimulado fan de este superhéroe, apruebo el regreso de esta franquicia que se me antoja bien hecha, respetuosa con el espíritu original del cómic y espectacular. Bienvenida sea.
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