(1) CARS, de John Lasseter.

AHÍ VA ESE BÓLIDO
El género de animación es, seguramente, donde mejor se puede apreciar la despiadada competencia existente entre las grandes productoras estadounidenses, a tenor de la cantidad de títulos estrenados en los últimos meses. Tras la entretenida Ice Age: El deshielo (2006) de la 20th Century Fox y la divertidísima Vecinos invasores (2006) de DreamWorks le tocaba a la Disney, junto a la recién adquirida Pixar, “mover ficha” en un mercado en constante evolución. Y lo hace con su sello habitual: una emotiva historia cargada de buenos sentimientos, lecciones vitales y conocidas moralejas al estilo de sus clásicos inolvidables, pero narrada con un ritmo trepidante y con mucha imaginación. El director de Toy Story, Bichos. Una historia en miniatura y Toy Story 2 logra entretener durante casi dos horas –una duración nada convencional para un largometraje animado– si bien no alcanza el nivel de sus anteriores trabajos.
A medio camino entre Herbie y Kit, el coche fantástico, Cars narra las aventuras de un apasionado e impetuoso coche de carreras que aspira a convertirse en el campeón más joven de la Copa Piston. De viaje por el Medio Oeste, se pierde en una pequeña localidad atravesada por la mítica Ruta 66, donde conocerá a un estrafalario grupo de coches que, poco a poco, le ayudarán a convertirse en el campeón que siempre ha querido ser no sin antes aprender los valores de la amistad, la humildad, la obediencia y el respeto por el prójimo. En definitiva, un viaje hacia la madurez que recoge toda la tradición de la animación estadounidense destinado no sólo para un público infantil sino también para sus acompañantes adultos.
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