JORDI SOLÉ, DIRECTOR DE “EL TAXISTA FUL”

«ANTES LA GENTE SOÑABA CON SER MILLONARIA, PERO AHORA SE CONFORMA CON TENER UN TRABAJO ESTABLE»
El realizador barcelonés Jordi Solé (Jo Sol) siempre ha mostrado una gran inquietud por la antropología social, realizando trabajos de campo en países como México, Cuba e India. Su inicio en el campo de la ficción, con los cortometrajes 0’7 ya o Renda antiga, insiste en su preocupación por la justicia social. Tras un primer largometraje que pasó desapercibido, Tatawo (2000), se introduce ahora en medio del debate político con un film arriesgado y valiente, El taxista ful, a partir de la vida real de un desempleado que robaba taxis para poder trabajar, el director denuncia la precariedad laboral como síntoma de la perversión del sistema capitalista y sirve de portavoz a diferentes grupos antiglobalización que defienden que otra realidad es posible.
¿De dónde surge la peculiar historia del taxista que roba para poder trabajar?
Se trata de una historia real que leí en la prensa y que se ha convertido en un auténtico mito urbano en la ciudad de Barcelona. Los propios taxistas del turno de noche hablan de este curioso personaje que para poder sobrevivir tenía que robar taxis con los que trabajar y ganarse algo de dinero, toda una paradoja —robar para trabajar— creada por las contradicciones del capitalismo. Lo más sorprendente del caso es que devolvía el coche y además dejaba un sobre con algo del dinero a modo de compensación por el uso del vehículo. Pero más que la historia personal de un marginado social me ha interesado poner de manifiesto las perversiones del sistema en el que vivimos: la precariedad actual, el problema del paro, la sensación de indefensión e incertidumbre que viven muchos individuos, la promesa del éxito que nunca se alcanza… Antes la gente soñaba con ser millonaria, pero ahora cualquiera considera ya un lujo tener un trabajo estable. Firmar un contrato fijo es como tocarte la lotería. He pretendido hacer reflexionar a la gente sobre cómo se está devaluando al trabajador en el capitalismo actual, cada vez más indefenso, a favor del capital y del todopoderoso mercado.
Nos encontramos pues ante un ejemplo modélico de cine social o incluso político, dado su contundente discurso.
Realmente no pretendía contar una crónica social de un desocupado que lo pasa fatal hasta que encuentra un trabajo y termina la película de forma satisfactoria, esperanzado por su futuro. Un final feliz tipo Los lunes al sol. Eso hubiera sido caer en la trampa del sistema porque lo justificaría: sería como decir «¿ves?, si eres buen chico, eres sumiso y te dejas explotar puedes encontrar un miserable empleo que te permita sobrevivir, así que no te quejes». Quería ir más allá eliminando de raíz toda esperanza al protagonista pues al sistema ultraliberal, una vez desaparecido su oponente dialéctico tras la caída del muro de Berlín, ya no le interesa tener trabajadores fijos con sus derechos garantizados, sino gente con trabajos precarios, mal pagados, sin derechos laborales, que sufra incertidumbre y desasosiego para tenerla controlada y sumisa. El taxista ful es, ni más ni menos, una crítica al desempleo como instrumento de control social que beneficia al empleador pues alivia la presión salarial al ofrecer un excedente laboral, mantiene alienados a los parados con interminables cursos formativos y genera a su alrededor una industria que, como todo, beneficia a unos pocos. Si eso es un discurso político, pues será cine social o político, pero no pretendo inscribirme en ningún partido concreto ni crear uno nuevo, simplemente mostrar que la realidad no es lo que nos venden sino algo peor.
En el film reflexionas sobre muchas cosas: la precariedad, el desempleo, la inmigración… pero también sobre las consecuencias que tienen sobre las personas. La desorientación, el sentimiento de culpabilidad, la angustia vital…
Es cierto. Creo que el gran éxito del capitalismo es hacer culpable al propio trabajador. Han orientado la culpa de la precariedad al trabajador, cuando siempre ha sido víctima de la explotación. Todos estamos compitiendo entre iguales para el reparto miserable de la nada. Como en esta sociedad si no tienes un trabajo no eres nada, pues se acepta cualquier cosa. ¿Sabes que hay mucha gente trabajando años en un mismo puesto con contratos temporales de seis, tres o un mes? ¡Incluso existe el contrato por días! ¿Qué seguridad puede tener esa persona que no sabe si trabajará la próxima semana? ¿Cómo progresar así: comprarse un piso, tener un coche, disfrutar vacaciones pagadas, tener hijos…? Es imposible, estás condenado a vivir el día a día, sin poder hacer planes de futuro.
Es muy difícil definir el género de El taxista ful. ¿Podríamos decir que es un docudrama o un drama con tono documental?
Para mí, como director de cine, lo que más satisfecho me tiene es conseguir este punto de ambigüedad que existe entre estos dos géneros antagónicos. Es posible que el hecho de estar basado en un hecho real y que aparezcan multitud de entrevistas lo orienten más hacia el terreno del documental, pero ha habido un amplio margen de libertad creadora a la hora de realizar la película.
Pau Vanaclocha
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