(1) MUJERES INFIELES, de Rodrigo Ortúzar.

EL DERECHO AL ORGASMO
La infidelidad ha sido un tema ampliamente retratado en el cine, con mayor o menor fortuna, pero generalmente siempre bajo un prisma viciado de hipocresía y culpabilidad. Todo lo contrario que esta fresca y desenfadada comedia chilena a medio camino entre el vodevil, el drama costumbrista, el cine erótico y la tragedia redentora. Mujeres infieles, primer largometraje de realizador Rodrigo Ortúzar, curtido en el mundo de la publicidad y del cortometraje, es una proclama de la infidelidad como legítima conducta de aquellas mujeres descuidadas por sus maridos, un alegato a favor del amor libre frente a la monotonía y la insatisfacción dentro de una relación de pareja. Ya lo dice un personaje: “Sigue el camino del orgasmo. El orgasmo es un derecho humano. Sé fiel a ti misma”. Un mensaje atípico y revolucionario, a favor de la libertad del individuo de buscar fuera lo que no tiene dentro de la convencional pareja, o lo que se pierde tras el inevitable desgaste de la convivencia diaria.
Pero más allá del mensaje liberal, casi libertino, especialmente provocador en un país conservador y machista como Chile, el film peca de una excesiva superficialidad en su planteamiento y en la construcción de personajes. El reduccionismo a la hora de mostrar esta “guerra de sexos” provoca la nula credibilidad de lo que se nos cuenta. Ellas son demasiado planas para convencernos de sus motivaciones, acciones y comportamientos. Ellos son inmaduros e insensibles, siempre culpables de la insatisfacción de las mujeres. La narración está limitada a la búsqueda del gag, por lo que el guión funciona a trompicones y el final, que trata de resolver de forma elegante todas las subtramas desplegadas, pervierte lo defendido anteriormente al incluir un discurso moralista –la redención a través del arrepentimiento y del perdón– que sorprende por lo incoherente que queda.
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