(2) GILANEH, de Rakhshan Bani-Etemad y Mohsen Abdolvahab.

MADRE CORAJE
Sin alcanzar la calidad de las mejores obras iraníes salidas de las manos de A. Kiarostami, M. Majidi, M. y S. Makhmalbaf o J. Panahim esta película destaca por su hondo dramatismo y por su voluntad pacifista denunciando los horrores de la guerra. El relato se extiende desde marzo de 1988 -los últimos momentos de la guerra entre Irán e Iraq- a marzo de 2003 -la guerra de Iraq-. Salvando mediante una gran elipsis los 15 años que separan ambas fechas, el film centra su atención en las desventuras de una familia que vive en el campo y que sufre las consecuencias, físicas y morales, de las bombas, el éxodo, las armas químicas y la muerte.
La valerosa madre se convierte en eje del relato, en el personaje testigo que sufre la locura de su hijo, enfermo incurable, la desaparición de su yerno desertor y el desamparo de su hija embarazada, sin que su arriesgado viaje a Teherán logre mejorar las cosas. Rodado con muy escasos medios materiales, Gilaneh interesa por la verdad humana que destilan sus imágenes y por el minimalismo de algunos planos secuencia que sintetizan el sufrimiento de un pueblo, pero decepciona un tanto por su excesiva propensión al melodrama, utilizando resortes predominantemente sentimentales sin que la sencillez de su puesta en escena haya podido evitar la reiteración de situaciones y la morosidad de su ritmo.
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