(2) AISLADOS, de David Marqués.

JÓVENES OCIOSOS
Llama la atención cómo la carencia de medios puede ser, en ocasiones, un acicate para desarrollar el ingenio, pues de otra manera no se explica que un grupo de jóvenes sin recursos pueda rodar en seis días un largometraje sin otra necesidad que pagarse el billete de avión y la comida, elementos mínimos esenciales para poder realizar esta curiosa y divertida cinta. Aislados se asienta, por tanto, en una limitación económica, técnica y artística sin precedentes, que la convierten en una rara avis de la cinematografía española, no por su factura final, equiparable a otras producciones con más presupuesto, sino por la burla, el sentido del humor y la (auto)crítica que contiene en cada secuencia.
Y es que la imagen que transmite de la juventud este arriesgado film del joven director David Marqués no se parece en absoluto a la que ofrecen otras películas, las series de televisión o los anuncios publicitarios. Los protagonistas, dos amigos que se alojan un fin de semana en una casa de Ibiza, se pasan todo el metraje hablando de sus cosas, sus preocupaciones e inquietudes, sus deseos y aspiraciones mientras pasean, toman el sol o hacen la siesta tumbados en cómodas hamacas. Los temas de conversación más usuales: sexo, chismorreos varios, videojuegos y otros “referentes culturales” de la generación que hoy cumple la treintena, pensamientos “filosóficos” nada complejos que hacen de esta película una crónica de la crisis existencial de una parte de la juventud, centrándose en dos personajes convertidos en apología de la desidia, la gandulería y la ociosidad. Unos parásitos que viven de la desgracia ajena sin pensar en el futuro, simplemente en un “aquí y ahora” permanente.
La aparente ausencia de historia que contar se suple con hilarantes e incisivos diálogos que se suceden sin afectar al ritmo de la narración, que recuerda a los inicios de Kevin Smith —su inigualable Clerks (1994)— y otros ejemplos de cineastas independientes estadounidenses como Jim Jarmusch —su interesante Permanent vacation (1980) o su descafeinada Coffee & Cigarettes (2003)— que exploraron esa corriente cinematográfica minimalista y de corte experimental que inició John Cassavetes hace más de cuarenta años.
Al igual que hizo con su opera prima Cualquiera (2003), David Marqués vuelve a demostrar su capacidad para sacar jugo donde apenas hay. Con cuatro duros, una cámara digital y dos amigos actores que abusen del diálogo se puede tener material para una película, que aunque no pasará a la posteridad, sí mantendrá al público entretenido durante la hora y media que dura el film.
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