DAVID TRUEBA, DIRECTOR DE «BIENVENIDO A CASA»

«FORMAMOS PARTE DE UNA GENERACIÓN MUY BIEN EDUCADA PARA LA IRRESPONSABILIDAD»
La cuarta película de David Trueba, Bienvenido a casa, es una comedia realizada, en términos pictóricos, con pincel, donde narra la llegada de un joven de provincias a Madrid para vivir con su novia de toda la vida. Un inesperado embarazo le hará plantearse su vida y la relación con su pareja y sus amigos del trabajo, el variopinto equipo de redacción de una publicación semanal. Temas como el compromiso, la asunción de la responsabilidad de ser padre, el primer trabajo, la relación materno-filial, y el día a día de la vida en pareja dan consistencia a un film que además busca la comicidad y la reflexión.
Bienvenido a casa es quizá tu película más sencilla, en planteamiento e historia, más fiel a los parámetros de la comedia, pero a la vez reflexiva y tierna.
Sí, yo quería hacer una película que hablara de la ternura y de la posibilidad de apostar por el futuro, pero que a la vez contuviera algunas de las burradas más grandes que pueden llegar a decirse sobre la convivencia, la pareja, la paternidad y el amor maternal. No me apetecía hacer un discurso homogéneo de principio a fin. Así, cuando los protagonistas quieren algo, en este caso estar enamorados, vivir juntos y tener un hijo, hay una especie de confabulación generalizada para no poderlo conseguir fácilmente. El resto de personajes, la mayoría de los miembros del equipo de redacción de la revista para la que trabaja el protagonista, expresan un discurso contrario a todo lo que sea amor, pareja, hijos. Las recetas de los demás no siempre funcionan en uno mismo. En la vida, lo peor que puede pasarte es equivocarte con los errores de los demás, que sean éstos los que te fuercen a hacer cosas que no quieres. Te tienes que equivocar tú. Así se aprende realmente. Esa dialéctica crea un efecto cómico poderoso, por eso el resultado final es una comedia, pero a la vez hace reflexionar sobre las decisiones que se toman en la vida y la responsabilidad de los actos que se realizan.
Donde más se saca jugo al humor es en la relación entre el protagonista y los periodistas de la revista donde trabaja, un grupo de lo más estrafalario. No sale muy bien parada la profesión periodística.
¡Qué va! Sabéis que en el fondo os quiero y os admiro. Y me considero como uno de vosotros en tanto que he estudiado la carrera y he ejercido en la práctica la profesión. Haber sido periodista me hace más ácido a la hora de retratar ese mundo. Lo que pasa es que el universo que recrea la redacción de una publicación tiene un gran valor porque de alguna manera es muy complicado encontrar en otro trabajo tanta variedad seres humanos. El hecho de especializarse en diferentes secciones, que hayan distintas generaciones trabajando a la vez, y cada uno con sus propios intereses… esa situación no es habitual en otros empleos: entras en la sucursal de un banco, en un concesionario de coches, en una editorial… y todos los empleados son clones. Pero en la redacción de una revista ves un mundo muy rico de gente muy distinta entre sí. Aprovechando esa circunstancia he intentado ver ese lado entrañable y disparatado de la realidad. He mostrado ese elenco de personajes variopintos con una lectura mucho más constructiva de la que pueda parecer a simple vista. Es una profesión que es imprescindible tener cierto grado de cinismo, aunque no es bueno que haya demasiado porque dejas de ser buen periodista.
La figura del crítico de cine es, seguramente, el más incisivo e interesante por desmitificar la profesión. Aunque no has desaprovechado la oportunidad para criticar al crítico.
Lo que he querido retratar con el personaje de Juan Echanove, con su ceguera, es la sensación de que efectivamente hay algo de ceguera a la hora de criticar las películas. Pienso que si se quitaran los títulos de crédito de las películas los críticos serían más justos. En esa ceguera profesional, contaminado en ocasiones de prejuicios y manías, le orientan mucho esos datos. Desgraciadamente hay muchos que ya no necesitan ver las películas para juzgarlas, conociendo previamente el nombre del director y los actores que aparecen en ella.
Una pregunta inevitable es si uno de los temas de la película, la paternidad y la responsabilidad que ello conlleva, tiene que ver con tu condición recién asumida de padre.
Supongo que sí, pienso que las películas son como una especie de destilado de las propias experiencias del director y de la realidad que lo envuelve. He asumido que es inevitable que siempre haya algo de uno mismo en cada película. Traer un bebé al mundo es una experiencia muy importante en la vida de una persona y hay que estar desconectado de la realidad para pensar que ello no va a condicionarte el resto de tu vida. La paternidad conlleva la asunción de muchas responsabilidades y el protagonista de Bienvenido a casa debe pasar una serie de vivencias antes para asumir lo que le viene encima. El problema hoy en día es que formamos parte de una generación que está muy bien educada para la irresponsabilidad. Sabemos pasárnoslo bien, divertirnos, vivir al día aprovechando cada momento, pero no nos han enseñado correctamente la lección de la responsabilidad, sobre el ciclo vital, y cuando nos enfrentamos a la cruda realidad lo hacemos desde el desconcierto y el temor. Estamos muy acostumbrados a ver la libertad como un valor supremo, entendida como una cosa etérea que implica que puedes hacer lo que quieras, pero tarde o temprano descubres que la libertad se encuentra también en asumir compromisos y tomar decisiones que determinan tu vida. Libertad y responsabilidad son las caras de una misma moneda.
Mientras que el protagonista sufre ese desconcierto y debe ir poco a poco asimilando su futura paternidad, la protagonista parece asumirla sin problemas.
Mi forma de trabajar es tratar de ponerle a todos los personajes algo de mi forma de ver. El personaje de Pilar tiene algo de la serenidad con la que yo asumí ser padre, tiene una capacidad enorme de hacer frente a una situación bastante complicada. Es una mujer comprometida con lo que quiere y lucha por ello. Además, tiene la profunda confianza de que va a salir adelante. Intenté que hubiera un gran contraste entre ambos en la manera de enfrentarse al embarazo, porque pienso que las películas deben ser fruto de la fricción entre lo que desean los personajes y lo que finalmente se produce.
¿Por qué mantienes en secreto la participación de Santiago Segura en tu película?
Mientras completaba la lista de actores pensé en él porque quería que el papel de periodista rosa o de la sección de sociedad fuera interpretado por alguien que conoce o ha participado de ese mundillo. Pero como icono mediático que es, no quería engañar a la gente para que fuera confiando en ver a Torrente. Así que no aparece en los títulos de crédito.
¿Cómo surgió la colaboración de Andrés Calamaro en la banda sonora?
Andrés y yo vivíamos hace años en la misma calle, en la calle del Pez, seguramente la conoceréis porque allí está el teatro Alfil, donde pusieron hace poco una bomba a Leo Bassi. El caso es que nos conocíamos de vista. Quería que mi película tuviera muy poca música, pero la que hubiera apareciera en dos momentos importantes: para la llegada a Madrid del inicio quería una canción escrita por alguien de fuera, que hubiera vivido esa misma situación. Y para el tema final, que hiciera una nana el más improbable autor de una nana. Pensé en él porque me gusta su música, tan cercana, tan reconocible y cotidiana. Le gustó la idea y ahí está el resultado.
Pau Vanaclocha
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