ADÁN ALIAGA, DIRECTOR DE “LA CASA DE MI ABUELA”

«LA FORMA DE VIDA DE NUESTROS ABUELOS ESTÁ EN VÍAS DE EXTINCIÓN»
Con poco más de una cámara —digital, eso sí—, y mucha paciencia, el joven director alicantino Adán Aliaga ha realizado La casa de mi abuela, un relato de ficción con un estilo que recuerda al cine documental que indaga en la peculiar relación entre una niña de 6 años, impulsiva e irreverente, y su abuela de 75. A lo largo de varios años se reconstruye la vida y costumbres de una familia, dejando al descubierto emociones y conflictos. Una historia entrañable, que ha empezado a cosechar premios y reconocimientos en los festivales por donde ha pasado.
¿De dónde surge la idea de La casa de mi abuela?
Quería hacer una película sencilla que pudiera rodar yo solo. Se me ocurrió rodar con mi familia una historia que protagonizaran una abuela y su nieta. Con estos dos personajes he pretendido crear un universo perfectamente identificable, reconocible y universal: la relación estrecha que se crea entre estos dos miembros de la familia. Hay pocas películas que hablen sobre las personas mayores y su relación con los menores, pero sin embargo hay abuelas y nietas en todas las culturas, pueblos y sociedades del planeta. Pero claro, tuve que hacer más complejo el argumento para mantener el interés del espectador durante los 80 minutos de metraje: un hecho real, como es el derribo de la casa donde había vivido casi medio siglo mi abuela y todas las implicaciones emocionales que ello tenía, permitió darle el matiz dramático a la historia que cuenta La casa de mi abuela. En total, la película ha sido fruto de un proceso muy largo de tres años. Empecé a rodar cosas pero viendo la dificultad para contar la historia y darle la forma definitiva estuve tres años siguiendo a mi abuela y a mi sobrina para hacer realidad esta película.
¿Qué es lo que más te ha llamado la atención a la hora de retratar a una generación poco comprendida?
Me ha llamado la atención que todo lo que envuelve al grupo generacional al que pertenece mi abuela, sus formas de vida, sus costumbres, sus hábitos, etc., está al borde de la extinción. Porque cuando nosotros, que estamos en la treintena, tengamos su edad habremos perdido toda la riqueza cultural que poseen las actuales generaciones mayores. La gastronomía, las tradiciones, las costumbres, su forma de vida en definitiva se conservará como algo histórico pero no será lo mismo dentro de diez o veinte años.
Habrás rodado una gran cantidad de material en estos años. ¿Cómo ha sido el proceso de rodaje?
He rodado entre 150 y 200 horas en total, que tampoco es tanto para una producción de estas características. Antes de grabar hablaba mucho con ellas, les decía lo que quería de la secuencia que quería rodar y ellas me aportaban cosas como qué les nacía decir o hacer, cómo entendían ellas que se comportaría espontáneamente una abuela y una nieta. Y comenzar a grabar horas y horas… El proceso de selección ha sido también muy difícil porque he tenido que eliminar muchas secuencias para cuadrar el tiempo pero también para darle un significado específico al conjunto.
Salen muchos miembros de tu familia y amigas de tu abuela, ¿no estuviste tentado de salir tú en la película?
La verdad es que sí. En algún momento estuve tentado de integrarme en la historia pero quería dejar claro que se trataba de una película de ficción y no un documental. Salvo el derribo de la casa de mi abuela, que sí se produjo, todo lo demás es ficción: la historia de una abuela y su nieta es inventada. No pretendía reflejar a mi familia sino mostrar a una familia que vive una serie de experiencias.
Así demuestras lo etérea que es la línea que separa el género documental de la ficción.
Aunque nos han premiado en categoría de cine documental en diferentes festivales, y no podemos rechazar ese reconocimiento porque la lucha en categoría de ficción es más dura, realmente no he pretendido nunca hacer un documental. De hecho he utilizado música en la banda sonora y he abusado de los primeros planos, alejándome del objetivismo y el distanciamiento propio que suele definir el género documental. Tampoco hay entrevistas como en el documental, ni una voz en off que vaya narrando la historia. Es una narración de ficción a partir de personajes totalmente reconocibles que pretende mostrar con gran fidelidad una realidad cotidiana y cercana a nosotros.
Pau Vanaclocha
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