(2) EL LIBERTINO, de Laurence Dunmore.

PROVOCADOR HASTA LA MUERTE
La opera prima de Laurence Dunmore, adaptación de la obra teatral homónima del dramaturgo Stephen Jeffrey, es una cuidada y nada condescendiente biografía –aunque centrada únicamente en dos episodios de su vida, como fueron sus ambiguas y complejas relaciones con la actriz Elizabeth Barry y con el rey Carlos II – de John Wilmot, segundo Conde de Rochester, un artista que alcanzó la popularidad gracias a su personalidad libertina, a su talento literario y a su estilo de vida lascivo y rebelde. En todo momento se observa el esfuerzo del director en recrear con realismo y sobriedad la época en la que se desarrollan los hechos –alejándose del esteticismo con que se han plasmado generalmente los films de época–, concretamente el Londres de 1660, en plena Restauración monárquica, momento histórico de avances en todos los campos de la ciencia y el saber y donde se generó un ambiente de libertad / libertinaje sexual en contraposición a la recién finalizada dictadura represiva y puritana de Cromwell.
Un acercamiento respetuoso pero nada hagiográfico a un personaje poco convencional, que consumió su vida entre abundantes escarceos sexuales y su peligrosa adicción al alcohol, que tan bien refleja la película, y que aceleraron su deterioro físico y mental hasta su temprana muerte a los 33 años de edad. El film peca de centrarse en demasía en su vida íntima, sin indagar en su genio creador de obras con altas dosis de sensualidad y erotismo que generaron no poca polémica entre la crítica, aunque a la vez le convirtieron en una atracción literaria en los círculos artísticos y culturales de la corte. Casi tanta importancia como Wilmot poseen los personajes más influenciados por su autodestructiva conducta, la más famosa actriz de su época, Elizabeth Barry, y un Carlos II seducido por la desbordante personalidad del artista pero hastiado de sus críticas a la monarquía y al sistema político absolutista. Una excelente interpretación de Samantha Morton y John Malkovich –que no de un Johnny Deep, que no termina de cautivar porque fracasa a la hora de retratar esa fascinación que creó en torno a su figura el noble artista– ponen la guinda a una producción correctamente realizada y ambientada con esmero.
Leave a reply
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.