(1) ICE AGE 2: EL DESHIELO, de Carlos Saldanha.

PREVISIBLE SECUELA
Esta previsible secuela de la divertida La edad de hielo (2002) no alcanza la solidez, la frescura y la ironía de la película original por su gran defecto: pretende ser una vulgar imitación, limitarse a ser una mera copia que reproduce los mismos personajes, las mismas situaciones y los mismos diálogos que su antecesora.
Pero claro, repetir una misma fórmula no implica igualar el resultado anterior. Seguramente por miedo a que cambios radicales del argumento no sean aceptados por el gran público o porque en Hollywood se apuesta exclusivamente por las mismas fórmulas de siempre, el caso es que Ice Age 2: El deshielo abandona el espíritu burlesco —lleno de referencias a otros films—, los diálogos ácidos y desenfadados y el ritmo siempre creciente de la primera parte para asimilar el discurso más sentimental y convencional que recuerda a las producciones de Disney en una segunda parte donde se narran nuevas aventuras de los cuatro mamíferos protagonistas que, obligados por el calentamiento del planeta y el consecuente deshielo de los polos, se ven obligados a emigrar en busca de tierras a mayor altitud para evitar las inundaciones provocadas por la subida del nivel del mar.
Una road movie animada que recuerda forzosamente a otras películas, más destinadas al mercado del vídeo y el DVD que a la exhibición en salas, como En busca del valle encantado (1988) y sus posteriores secuelas, con constantes apelaciones a los sentimientos, la defensa de la familia, la superación de miedos y fobias, los mensajes aleccionadores y los finales satisfactorios propios de un producto maniqueo y decididamente inferior.
Lo mejor, y con diferencia, son las escenas de la ardilla en su búsqueda incesante de la bellota: un derroche de comicidad, expresividad y gestualidad que hace innecesario que el personaje hable o interactúe con el resto.
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