CLAUDIA LLOSA, DIRECTORA Y GUIONISTA DE «MADEINUSA»

«PRETENDO HACER REFLEXIONAR SOBRE EL CHOQUE DE CULTURAS»
La joven directora y guionista peruana Claudia Llosa, sobrina del escritor Mario Vargas Llosa e hija del cineasta Luis Llosa, abandonó su trabajo en el mundo de la publicidad para materializar una idea que tuvo mientras realizaba un master de guión en Madrid. Madeinusa es su primer largometraje, todavía no estrenado en su país, pero ya reconocido en multitud de festivales, que narra el encuentro entre un limeño y una jovencísima indígena durante las fiestas de semana santa de un pueblo perdido de la cordillera andina.
¿Cómo surge la idea de Madeinusa, una historia ubicada en plenos Andes peruanos?
Tengo una relación muy cercana con los Andes peruanos. A lo largo de mi vida he viajado mucho por mi país y tengo muy buenas amistades procedentes de diversos pueblos de la cordillera andina. La idea de narrar una historia ubicada en los Andes surgió cuando marché a Madrid para hacer un master de guión de cine y supongo que invadida por la nostalgia y por la curiosidad por comprender mis raíces y acercarme a la cultura indígena intenté asimilar los conocimientos que tenía y volcarlos en una película.
Más allá de retratar el mundo andino, ¿qué has pretendido mostrar en tu film?
Me ha interesado especialmente retratar el punto de encuentro dialéctico entre el mundo andino y el mundo exterior, entre la mirada autóctona y la mirada del extranjero. El foráneo representaría más la cultura urbana, el cosmopolitismo, la modernidad, el pensamiento racional. Por el contrario, la mirada autóctona representaría la cultura quechua, el ámbito rural, la superstición, el pensamiento místico-religioso. De ahí venía mi mayor motivación, encontrar y poner de manifiesto estos dos mundos opuestos.
¿Se puede ver Madeinusa desde un punto sociológico o etnográfico? Es decir, ¿se puede conocer cómo es la vida cotidiana en los pueblos de la cordillera andina viendo tu película?
El retrato de los Andes tenía que ser realista para enfatizar el enfrentamiento dialéctico entre lo foráneo y lo autóctono. He tenido que investigar muchísimo sobre la tradición de los pueblos andinos: sus fiestas, sus costumbres, su forma de vestir, su vida cotidiana… En ese sentido soy fiel, pero la he mostrado a mi manera. La tradición que propongo en la película es inventada. No quiero provocar o herir susceptibilidades, sólo generar una reflexión sobre el choque de culturas. Para ello trasciendo lo concreto para hablar de temas universales. He pretendido crear un universo metafórico: un pueblo que no existe en Perú, llamado Manayaycuna, que significa en quechua «al que no se puede entrar, autoencerrado». En Madeinusa existe un delicado equilibrio entre lo real y lo irreal, porque muestro un pueblo que es absolutamente verosímil y una tradición totalmente reconocible pero que no existe, aunque podría existir.
Tocas temas muy delicados como el incesto y el sexo junto a la iconografía católica. ¿No temes que cause rechazo en la sociedad peruana, en su mayoría devota y practicante?
Definitivamente la religión está muy atada a la realidad, forma parte del día a día de los pueblos del interior del país, pero qué duda cabe que también el sexo está presente en la vida del ser humano. Reconozco que el incesto entre el padre y la hija es un tema muy polémico y difícil de tratar. Yo además trabajo ese tema de forma más compleja porque no sólo hay incesto entre padre e hija sino también entre la niña vestida de santa y el joven limeño que asume una imagen de «salvador», lo cual añade más contenido místico al encuentro sexual entre ellos. Pero en definitiva, el incesto existe y no es un caso aislado, esto ocurre diariamente en todo el mundo. Es un problema y nadie hace nada al respecto. También es cierto que en Madeinusa lo he mostrado de forma muy natural, no he creado un drama al respecto porque no me interesaba especular con eso. Ambos, tanto la niña como el padre no lo ven como pecado, no hay conflicto. Ella no está asqueada ni traumatizada. Al contrario, conoce su sexualidad.
La mayoría del elenco de actores y la totalidad de extras son gente carente de experiencia interpretativa. ¿Supuso un inconveniente para rodar la película o, por el contrario, ha favorecido en la sensación de veracidad?
Creo que fue un acierto trabajar con la gente de los pueblos donde rodamos porque, por una parte, ha permitido un rodaje sin egos hiperdesarrollados, logrando un clima de trabajo cercano y casi familiar. Por otra, la sensación de credibilidad es enorme gracias a que son gente de pueblo que está acostumbrado a vivir tal y como se muestra en la película. Me sentí muy arropada.
Pau Vanaclocha
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