(3) MONDOVINO, de Jonathan Nossiter.

VIÑEDOS Y BODEGAS
Jonathan Nossiter -que fue camarero en París y sumiller en Nueva York- elabora en Mondovino un ambicioso documental sobre el estado actual del vino en el mundo, un intento enciclopédico cuya voluntad totalizadora tiene la enorme limitación de haber dejado al margen los excelentes caldos españoles, además de no analizar a fondo los peculiares procesos de producción y la diversidad de sabores procedentes de bodegas, grandes y pequeñas, ubicadas principalmente en zonas de Italia, Francia y EE.UU. Y es una lástima además que el film no pueda completar su discurso de imágenes y palabras con los aromas y sabores necesarios para redondear el conocimiento del espectador.
Rodado en vídeo digital y con escasos medios, Mondovino es la obra de un cineasta que ha asumido la responsabilidad de la producción, el guión, la dirección, la fotografía y el montaje con un esquema narrativo propio del reportaje hecho a base de entrevistas, rótulos y voz en off en torno al vino y sus diversas facetas: tecnológica y cultural, negocio y placer gastronómico. El realizador ha procurado que la función informativa del documento sea mucho más palpable que una intención crítica mucho más sutil, con una neutralidad aparente que le aleja del compromiso explícito de un Michael Moore o del Morgan Spurlock de Super Size Me. Sutileza que no nos impide sin embargo identificar su postura ideológica cuando revela como ultraconservadores a muchos de los magnates entrevistados o cuando evidencia la incomodidad de los aristócratas ante la celebración en Florencia del Foro Social.
El princopal mérito de Mondovino, no obstante, es el haber evitado el dogmatismo y el maniqueísmo a la hora de abordar un fenómeno tan complejo como es el mundo de los viñedos, las bodegas, la enología y el comercio del preciado derivado del mosto. El film somete a nuestra consideración una serie de cuestiones fundamentales sobre el vino: ¿es preferible la producción artesanal a la industrial? ¿es más importante la denominación de origen que la marca? ¿la crianza es una cuestión vocacional o sólo un negocio? ¿se debe apreciar más la tradición o la innovación? ¿está cediendo paso la singularidad del terruño a la uniformidad globalizadora del gusto? ¿es justo que desaparezcan las modestas explotaciones familiares ante el empuje económico de las grandes compañías mercantiles?
La película sugiere que la crisis de los buenos vinos empezó con la entrada en el negocio de EE.UU. en los años 70, masificando la producción y el consumo e imponiendo un sabor uniforme aceptable por una mayoría de la población sin formación ni criterio. Así, los monopolios multinacionales, el marketing y ciertos periodistas aparentemente independientes pero en realidad mercenarios a sueldo y propagandistas de los grandes bodegueros han logrado que muchas botellas nada especiales alcancen en el mercado un precio inasequible para mucha gente. Reclamar en los caldos autenticidad, oficio y calidad ¿es caer en un fundamentalismo anticuado? ¿o se debe aceptar sin reparos los cambios impuestos por el mercado actual?
Personalmente, hubiera preferido un metraje algo más reducido, una más rigurosa ordenación y síntesis de los materiales filmados y una más clara expresión de los criterios socio-políticos aquí meramente apuntados. Aun así, creo que Mondovino es un film de obligada visión tanto para profesionales como para amantes de los buenos vinos, aunque desde luego se puedan discutir algunas de sus propuestas.
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