MANUEL GUTIÉRREZ ARAGÓN, DIRECTOR DE «UNA ROSA DE FRANCIA»

«HE QUERIDO CONTAR LA HISTORIA DE UN MALVADO SEDUCTOR»
El director cántabro Manuel Gutiérrez Aragón regresa a la cartelera con Una rosa de Francia, una historia de amor y aventuras ubicada en La Habana a mediados de siglo XX en la que un joven cubano que vive del contrabando sueña con comenzar junto a su enamorada una nueva vida en Estados Unidos. Durante la presentación de su film en la Filmoteca valenciana y acompañado de los actores principales Jorge Perugorría y Álex González, Gutiérrez Aragón nos habló de las interioridades de la película, nos contó anécdotas del rodaje y reflexionó sobre su trabajo como creador.
¿Cómo calificarías tu última película?
Yo calificaría Una rosa de Francia como una película de amor y aventuras al estilo clásico. Creo que a estas alturas uno se puede permitir el lujo de hacer una película, entre otras razones, para pasárselo bien. Confieso que en esta película lo he pasado muy bien rodándola. E insistiría en que sobre todo he querido hacer una película que fuera sencilla y directa, sin dobles lecturas ni complejidades conceptuales, que recordara a ciertas películas antiguas de los años cuarenta y cincuenta sobre inmigración clandestina y la vida en los cayos. Me gustan poquísimo los guiños cinéfilos, detesto hacer homenajes, Una rosa de Francia no pretende ser un homenaje al cine de los años cincuenta, pero evidentemente la época misma o la contundencia de la historia sí nos recuerda a algunas películas clásicas.
El film empieza con el rótulo «Érase una vez en Cuba…», lo que confirma su estructura de cuento.
Ese es el punto de vista con el que se ha de ver Una rosa de Francia. Es una historia atemporal, que podría suceder en todas las épocas, aunque por los modelos de coches, los vestidos, el maquillaje y los peinados de los personajes más o menos podamos ubicar el relato a mediados del siglo XX. Mi voluntad fue contar un cuento que trascendiera a cualquier época cuyos personajes, sus acciones y sentimientos, fueran universales.
Simón es el antagonista, un ser despreciable tanto por su trabajo como contrabandista que trafica con personas hacia Estados Unidos como por ser propietario de un burdel de lujo. Es el personaje central alrededor del cual giran todos los demás.
A mí me han gustado siempre los malos de las películas. Creo que el mejor malo de toda la historia del cine fue Peter Ustinov en el papel de Nerón en Quo Vadis? En Una rosa de Francia el personaje más atractivo es el de Simón, un criminal pero gran seductor. La intencionalidad de la película, de hecho, fue contar la historia de un malvado seductor. Por eso a partir de él se mueve el resto de personajes. En ese sentido, no puedo negar una cierta fascinación por el mal.
Uno de los aspectos destacables del film es el trío que se forma entre los personajes protagonistas y la ambigüedad que hay en la relación entre Simón, Andrés y Marie.
Efectivamente, el conflicto surge cuando Simón (el contrabandista) descubre que Andrés (el joven marinero) y Marie (protegida de Simón) se han enamorado, lo que cambia forzosamente sus planes para con Marie y la relación de confianza que tenía con Andrés. Pero quizá lo más destacable de todo sea que el personaje de Simón parece que más que estar enamorado de Marie realmente aparenta estar celoso de Andrés por la atención que recibe de Marie. O lo que es lo mismo, su atracción hacia Marie surge a través de Andrés. A Simón le motiva la pareja, lo cual parece algo raro pero no lo es porque hay personas que se dan cuenta de que aman a alguien cuando aparece un tercero.
Es destacable la carga de sensualidad y erotismo que hay en la película, quizá más de a lo que nos tienes acostumbrados en tu filmografía.
Una de las cosas que más me atraía de Cuba, y en general de los países tropicales, es algo que yo no tengo que es una desbordante sensualidad incluso en la vida cotidiana. Sin proponérselo siquiera, la gente allí transpira erotismo, quizá por el clima o por condicionantes culturales o por una educación menos represiva. Además parte de la acción transcurre también en una mansión donde se ejerce la prostitución de lujo, por lo que las chicas que habitan allí asumen un rol predispuesto a mostrar su sexualidad.
¿Contaste desde el principio con Jorge Perugorría para el papel de Simón? Ya habéis trabajado juntos en proyectos anteriores así que supongo que habrá habido una relación más fluida durante el rodaje.
Debo decir que tanto el guionista Senel Paz como yo escribimos el guión pensando en Jorge Perugorría. El personaje de Simón lo concebimos pensando en él hasta el punto de que si Jorge Perugorría no hubiera participado en la película hubiéramos tenido que cambiarla totalmente. Pasó lo mismo que en Cosas que dejé en La Habana. Por otra parte, considero Una rosa de Francia asimétrica respecto a aquella: una ocurre en Madrid y la otra en La Habana.
Pau Vanaclocha
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