(2) UNA ROSA DE FRANCIA, de Manuel Gutiérrez Aragón.

DRAMA TROPICAL
Ambientado en La Habana en un momento impreciso entre los cuarenta y los cincuenta previo a la Revolución de Fidel Castro, Una rosa de Francia, el último film del director cántabro Manuel Gutiérrez Aragón, es un drama de corte clásico —que recordaría, por su temática y su convencional narración, a algunas películas de la Edad de Oro de Hollywood sobre inmigración ilegal y contrabando entre Cuba y Estados Unidos— que narra la historia de un joven marinero que trabaja bajo las órdenes de un desalmado contrabandista que sueña con comenzar junto a su enamorada, la protegida de éste, una nueva vida en Nueva York.
A modo de cuento que descontextualiza el film y lo desprende de cualquier alusión política y social —desde el principio se nos advierte de ello con la leyenda “Érase una vez en Cuba”—, Una rosa de Francia relata la conflictiva historia entre dos jóvenes ingenuos frente a la oposición de un despreciable patrón, propietario del barco con el que trafica con personas y amo de la mansión donde se hospedan chicas educadas para encontrar marido —sutil eufemismo de la profesión más antigua del mundo— y en la que se conocen los tortolitos. Amor, aventura, erotismo y música caribeña son los elementos que endulzan, sin llegar a convencer del todo, un film comercial y sin pretensiones que no alcanza la calidad ni el interés de otros títulos del prolífico Gutiérrez Aragón.
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