(3) VIENTO DE TIERRA, de Vincenzo Marra.

CARRUSEL NAPOLITANO
Premiada en los festivales de Venecia y de Gijón 2004, esta película de Vincenzo Marra (Nápoles, 1972) es una crónica neorrealista sobre las dificultades materiales de una familia obrera residente en el barrio napolitano de Secondigliano. Vincenzo, el hijo, es el personaje que se erige en protagonista y el que lucha contra todas las desgracias que el destino parece reservar a este grupo humano que sólo puede aspirar a la supervivencia cuando la dignidad es ya un lujo inalcanzable.
Realizada con una mayoría de actores no profesionales y con un estilo que combina las amplias panorámicas sobre la populosa ciudad italiana con planos cercanos a personajes que viven sus dramas con una tristeza impresionante, Viento de tierra destaca por la austeridad de una narración, de inspiración bressoniana, que evita todo efecto melodramático pero también toda implicación ideológica y política, buscando una objetividad que convierte a la cámara en testigo imparcial de los hechos y dejando al espectador que saque sus propias conclusiones, estableciendo por su cuenta el significado del relato.
Este drama contemporáneo ubicado en los años 90 plantea las dificultades del vivir cotidiano y la casi imposibilidad de prosperar, tanto en lo económico como en lo afectivo, una vez desechado el camino de la delincuencia y asumida la profesión militar como una vía de redención personal. Pero Vincenzo Marra, director y guionista,, se muestra obsesionado por la imparcialidad de su punto de vista y se decanta ante por las tesis de la mirada neutral de Zavattini-De Sica que por la práctica crítica de izquierdas de Visconti-De Santis. Lo paradógico del caso, sin embargo, es que en Vientos de tierra se atisban como modelos de inspiración tanto Rocco y sus hermanos sobre la emigración de gente del sur hacia el norte desarrollado y la fuerte cohesión familiar que se desvanece como Marcha triunfal, un alegato antimilitarista que aquí adquiere unos tonos más ambiguos, barajando sin criterios explícitos conceptos como disciplina irracional, seguridad económica y riesgo de muerte.
Película interesante, aunque discutible en algunos aspectos debido a la visión de una clase obrera oprimida por una especie de fatalidad metafísica y no por el sistema neoliberal, y realizada con talento a partir de un guión bien estructurado que evita en todo momento caer en un sentimentalismo al que parecía condenada por la acumulación de infortunios.
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