JUAN VICENTE CÓRDOBA, DIRECTOR DE «A GOLPES»

«LA PROTAGONISTA APRENDE GRACIAS AL BOXEO A ESQUIVAR LOS GOLPES Y A SABER AGUANTAR, DOS COSAS MUY ÚTILES EN LA VIDA»
Tras su ópera prima Aunque tú no lo sepas, que ambientaba una historia de amor en la realidad de un barrio periférico de Madrid en las postrimerías del Franquismo, el director madrileño Juan Vicente Córdoba se sumerge de nuevo en el retrato social en A golpes, de la mano de cinco chicas menores de 25 años que tratan de sobrevivir en un ambiente marginal y deprimido. Una visión novedosa del mundo de la delincuencia y la violencia juvenil protagonizado por mujeres, en la que el boxeo surge como metáfora de la lucha diaria que supone vivir en barrios pobres de las grandes ciudades.
Poco a poco te estás labrando una imagen de director comprometido, ya que siempre te has preocupado por dar a las historias que cuentas un contexto muy cercano a la realidad social.
La verdad es que mi intención ha sido siempre plasmar la realidad social que he conocido y en ese sentido sí hay compromiso. Ya desde mi primer cortometraje, Entre vías (1995), he intentado mostrar la realidad de la gente que vive en barrios del extrarradio de las grandes ciudades. Este cortometraje contaba la historia de tres adolescentes que sueñan con salir algún día del barrio de Vallecas para conseguir ser alguien. Mi primer largometraje, Aunque tú no lo sepas (2000), también estaba ambientado en el barrio obrero de Vallecas a mitad de los años 70. Y considero A golpes una continuación de Entre vías.
Es precisamente ese tono de denuncia lo que hace que prefieras un cine de corte social, sin renunciar a contar historias llenas de acción y con tensión dramática.
No me gusta el cine con etiquetas. Depende para quién, hablar de cine social significa una cosa u otra: para unos, que tienes cierto compromiso con la sociedad, para otros, generalmente el público más joven, hablar de cine social es algo aburrido, demasiado profundo y carente de interés. Simplemente a mí me gustaría identificarlo como cine de entretenimiento con capa de cine social, pues una cosa no quita a la otra.
Aunque tú no lo sepas recibió gran cantidad de premios y reconocimientos. ¿No te agobió la presión de hacer algo a su altura?
No me lo planteé así, como si tuviera que superar mi anterior film realizando A golpes. El problema de mi primera película fue que, aunque es cierto que fue muy bien recibida por la crítica, Aunque tú no lo sepas se vio poquísimo. Yo defiendo que el director de cine no debe venderse, debe trabajar en total libertad creativa, pero desgraciadamente hoy en día, para hacer taquilla en el cine, hemos de ser conscientes de la situación en la que se encuentra la industria. La gente que va al cine en un 80% son jóvenes. Por eso hay que saber qué es lo que le gusta a ese público y saber ofrecérselo para ser competitivos y conseguir que tu película sea vista.
Debe ser complicado conciliar el cine con cierto mensaje y el entretenimiento del público.
No es difícil, es dificilísimo. Cuando inicio un proyecto siempre me pregunto cómo intentar dar un mensaje con un tono de denuncia social y al mismo tiempo conseguir que la gente vaya a ver la película. Por eso he huido del cine de discurso literario y de grandes monólogos, intentado narrar una historia con acción, de ritmo ágil, en la que se crea una complicidad con los personajes que aparecen en el sentido de ser un retrato lo más fiel posible de la realidad. Además he introducido en la historia muchos temas de gran actualidad como es la delincuencia, el maltrato, el racismo, la escalada de violencia en la juventud, la inmigración, el desempleo, la falta de vivienda…
¿De dónde surge la idea de A golpes?
Mientras estaba trabajando en la escritura del guión de Aunque tú no lo sepas, a finales de los años 90, empecé a leer las primeras noticias sobre bandas de aluniceros en Madrid y la llegada de bandas étnicas urbanas como los Latin Kings o Los Ñetas. Entonces me planteé hacer una película sobre bandas urbanas. Nos pusimos María Reyes Arias y yo a trabajar en el guión de una historia protagonizada por mujeres, pues la violencia y la delincuencia no es patrimonio exclusivo del hombre, cada día es más común la existencia de bandas femeninas en las calles de las grandes ciudades.
Ahí radica quizá la originalidad de tu propuesta, las protagonistas son todas mujeres. ¿Tenías interés en mostrar la delincuencia juvenil desde el punto de vista de la mujer?
Sobre todo María Reyes y yo queríamos evitar la tan explotada visión masculina de la violencia y la delincuencia que, por otra parte, tan bien habían reproducido películas como Perros callejeros (1976), Deprisa, deprisa (1980), Navajeros (1981), que en su momento tuvieron su importancia. En ese momento empezaron a salir publicadas muchas noticias relacionadas con bandas formadas por mujeres y nos interesó mostrar esa realidad, pues ellas también utilizan la violencia como medio para subsistir.
Una de las protagonistas, concretamente el personaje interpretado por Natalia Verbeke, es boxeadora. ¿Es el boxeo en tu película la metáfora de la vida en los barrios marginales?
Al ser A golpes una película coral tenía que dar a cada una de las protagonistas una personalidad propia y una vida propia. Es entonces cuando encuentro una noticia que contaba el primer combate de boxeo femenino de carácter profesional que se celebraba en España. Desde siempre me ha gustado el boxeo, recuerdo que de pequeño iba con mi padre a ver combates masculinos. Entonces no me imaginaba que las mujeres acabarían participando también en este deporte. Decidí que una protagonista iba a ser boxeadora y empecé a documentarme para recrear ese mundo de la manera más realista posible. El personaje de Natalia Verbeke, tras recorrer todo un periplo vital, compara el boxeo con la vida de manera que dice que ha aprendido gracias al boxeo dos cosas muy útiles para poder sobrevivir: esquivar los golpes y saber aguantar, las dos primeras lecciones que se aprenden cuando subes a un ring.
Es inevitable no ver muchos paralelismos con la película de Clint Eastwood, Million dollar baby (2004). Casualidades de la vida.
Me enteré de la película de Clint Eastwood cuando terminé de rodar en octubre la película. Me sorprendió que un genio como Eastwood y yo coincidiéramos en mostrar el boxeo femenino pero en ningún caso es el tema central de ambas películas. Eso sí, coincidimos en que tanto el personaje de Hilary Swank como el de Natalia Verbeke consideran este deporte como un medio para alcanzar un sueño y salir de esa vida tan triste que tienen. Por lo demás, se cuentan cosas diferentes porque Eastwood da un giro mucho más dramático a su película que yo.
Pau Vanaclocha
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