(5) SARABAND, de Ingmar Bergman.

CARA A CARA AL DESNUDO
Una producción para TV del viejo maestro sueco, Saraband es un impresionante relato del mejor dialoguista dramático y mejor director de actores de la actualidad, afirmación comprobable si atendemos a su larga trayectoria teatral, a sus excelentes guiones y a más de 40 películas y telefilmes de su filmografía.
El film presenta una estructura narrativa consistente en un prólogo y en un epílogo con sendos monólogos evocando recuerdos mientras contempla fotos familiares, más diez capítulos titulados con su referencia argumental y algunos breves flashbacks que ilustran episodios del pasado. Los protagonistas son cuatro: el viejo profesor, su hijo, su nieta y su ex-esposa que va a visitarle a una casa de campo tras una larga separación. Y como personaje ausente pero fundamental en el relato, la esposa fallecida del hijo, a la que por cierto presta su rostro en foto la propia mujer de Bergman, muerta pocos años antes.
Los mismos protagonistas de Secretos de un matrimonio (1973) se reencuentran 30 años más tarde, más viejos y enfermos, con lo que ficción y realidad se influyen mutuamente en una película donde predominan los primeros planos de larga duración, con una cámara que ejerce la función de bisturí inmisericorde que disecciona el alma humana y que, sangrante, exhibe el insoportable dolor de estar vivo. Un pesimismo existencialista heredado del filósofo Kierkegaard, matizado por la música sublime de J. S. Bach, Brahms y Bruckner, con el contraste entre el idílico paisaje otoñal de los bosques escandinavos y la desolación interior de los personajes, que muestran impúdicamente en la pantalla todo un rosario de miserias afectivas y morales en una sucesión de encuentros a dúo evocados en el título de la obra, Saraband, que era una danza para parejas, de carácter sensual, en el período del Barroco.
Bergman nos sorprende, una vez más, con su enorme lucidez analítica y precisión expresiva, con la perfección de los diálogos, por la sólida construcción de personajes, por la intensidad dramática, por su capacidad de introspección y por su profunda inclinación a la compasión. El viejo maestro comparte la actitud de otros cineastas -Ford, Huston, Renoir, Welles) que en el ocaso de sus vidas despojaron sus obras de todo lo accesorio para expresar lo esencial de los hombres y mujeres, conjugando clarividencia, serenidad y tolerancia.
Saraband, posible testamento fílmico de Ingmar Bergman, es una enciclopedia, elaborada con tanta sabiduría como sensibilidad, sobre la condición humana: la crueldad, el egoismo, las tendencias autodestructivas, la sombra del incesto, la enfermedad, la muerte, el matrimonio, el sexo, la religión, la familia, la infidelidad, la incomunicación… Con la vaga esperanza de alivio proporcionado por el único remedio: el amor. El cineasta ha declarado que su intención ha sido últimamente superar el dogmatismo de su etapa juvenil, pero que la realidad de intangible e inasequible, se escapa de fórmulas expresivas predeterminadas. Y que los sueños pueden ser más significativos que la misma vida cotidiana.
Una obra maestra de la que salimos acongojados y conmovidos, capaces de comprender algo mejor los misterios y complejidades del ser humano.
Leave a reply
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.