(1) EL DESENLACE, de Juan Pinzás.

DISCRETO DOGMA ESPAÑOL
Tercera parte de una trilogía que comenzaba con Érase otra vez y continuaba con Días de boda, El desenlace cierra la aportación del director gallego Juan Pinzás al Movimiento Dogma, una corriente cinematográfica surgida en torno a un grupo de gente de cine danés —Lars Von Trier, Thomas Vintenberg, Soren Kragh-Jacobsen, entre otros— que rechazaba los convencionalismos del cine de Hollywood y proponía un cine de bajo presupuesto, sencillo en sus planteamientos, más reflexivo que espectacular y basado en historias humanas más o menos cotidianas. Para ello se proponía una serie de requisitos más o menos discutibles a nivel técnico, estético y narrativo a la hora de rodar la película, como la utilización de decorados naturales, la grabación exclusiva de sonido directo, la cámara siempre a mano, la ausencia de iluminación artificial, la prohibición de cambios temporales o geográficos —la película sucede siempre aquí y ahora— y otras condiciones sobre formatos y tipos de película cinematográfica.
Pero a diferencia de films sometidos a estas normas como Los idiotas, Celebración o Mifune, ejemplos modélicos de cine comprometido, rompedor y provocador, El desenlace se pierde en el desarrollo de una propuesta excesivamente hablada y en la que no pasa nada, un cine vacío de sentido pero atiborrado de contenido donde la verborrea teórica de unos personajes que desde el principio no dejan de hablar inunda el alargado metraje, a veces solemnemente como sentando cátedra y otras a grito pelado fruto de conflictos artificiosos un tanto exagerados, sin que se llegue al fondo de las cuestiones que se plantean. Se habla del dolor por la pérdida de un ser querido, del trauma no superado, de las siempre complicadas relaciones de pareja, de la ruptura sentimental, de la amistad, de los años que pasan, de los celos, del amor apasionado, del sexo, de la muerte… pero sin ver ni sentir en las carnes de los protagonistas aquello de que se habla.
Una pena, porque el excelente reparto que cuenta con un sólido Pepe Sancho y unos convincentes —a la hora de recitar, porque sus personajes no dan para más— Beatriz Rico, Carlos Bardem y Javier Gurruchaga es infrautilizado para encarnar, como ya he comentado, unos personajes planos incapaces de evolucionar. En este caso, el Movimiento Dogma es una excusa para vender un producto con evidentes limitaciones.
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