(0) TORRENTE 3: EL PROTECTOR, de Santiago Segura.

UN FENÓMENO
Convertido en un auténtico fenómeno social gracias al éxito de taquilla de sus dos predecesoras —Torrente, el brazo tonto de la ley (1998) recaudó más de 12 millones de euros y alcanzó los 3 millones de espectadores y Torrente 2: Misión en Marbella (2001) obtuvo casi 23 millones de euros de recaudación y 5 millones de espectadores—, el regreso del guarro, machista, desagradable y xenófobo personaje creado por Santiago Segura no ha hecho más que radicalizar las ya enfrentadas opiniones entre su entregado público y la mayoría de la crítica, pues las risas generalizadas durante la proyección y el aplauso unánime de los fans que llenaban la sala al acabar la sesión contrastó con mi asombro mezclado con altas dosis de vergüenza ajena al ver hasta dónde puede llegar el mal gusto, lo chabacano y lo cutre convertido en mero espectáculo.
Si en la primera parte nos pudo confundir la ambigüedad en la que se nos presentaba al protagonista, a medio camino entre la parodia del género policíaco con elementos humorísticos autóctonos —una curiosa fusión de Mortadelo y Filemón y Austin Powers— y la crítica burlona de un arquetipo muy español como representa la figura del agente de policía José Luis Torrente, Torrente 3: El protector muestra sin complejos su verdadera naturaleza. Nos encontramos, simplemente, ante una vulgar comedia cómplice y facilona, una excusa para ganar más dinero a base de lo de siempre, esto es, más chistes escatológicos y sexuales —una auténtica obsesión— que recuerdan las «comedias desmadradas» de Hollywood destinadas al consumo adolescente, más cameos de «amiguetes», un auténtico desfile de frikis que poco o nada tienen que ver con realidades y ambientes del cutrerío nacional y finalmente una historia absurda contada sin orden ni concierto. Falta por ver si, como en anteriores ocasiones, bate récords de audiencia, lo que garantizaría una cuarta parte de esta cuanto menos estrafalaria saga.
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