(3) PRINCESAS, de Fernando León de Aranoa.

TRABAJADORAS DEL SEXO
En esta nueva película, además de guionista y director, Fernando León de Aranoa asume también funciones de productor a través de su compañía Reposado, y el resultado es otro magnífico ejemplo de cine social, reflexivo y crítico, sobre la marginación, la lucha por la dignidad y la conquista de la esperanza. Sin embargo, Princesas no es un específico documento sobre la prostitución sino un relato dramático de ficción protagonizado por dos mujeres que, a su vez, por añadidura, ejercen el oficio más antiguo del mundo.
Lejos de toda tentación morbosa, sensacionalista o sensiblera, León de Aranoa vielve a mostrar su voluntad de realismo. La prostituta no tiene un cuerpo y un rostro perfectos y se aparta de los convecionalismos que la han venido encasillando como vampiresa -la perdición de los hombres- o como ingenua -víctima de los proxenetas y de la miseria-. Personajes ni malos ni buenos sino personas ordinarias con una determinada profesión, con una clientela y con una vida privada más o menos gratificante. La complejidad de las protagonistas deriva de la amistad que las une, española una e inmigrante dominicana la otra, que empiezan siendo rivales por motivos de competencia en el negocio y que se imaginan princesas a causa de su especial sensibilidad, grandes ilusiones y suma fragilidad al transitar por territorios resbaladizos que no son los de su libre elección.
Soledad, incertidumbre y miedo al futuro como sentimientos que el realizador describe con precisión, contención y rasgos de humor a través de acciones cotidianas, rutinarias, ambientes urbanos perfectamente reconocibles. Posiblemente sin alcanzar la progresión narrativa y la densidad dramática de anteriores films, León de Aranoa consigue en Princesas una interesante película que se apoya en un guión bien documentado y en personajes construidos con solidez psicológica a traves de cuyas experiencias nos suministra tanto una valiosa información como un puñado de emociones, sustentando el relato en la idea que la necesidad de llevar una doble vida, con sus riesgos e incomodidades. Pero si la zona oculta o vergonzante está ocupada por las prestaciones sexuales mercenarias, el mundo abierto e institucional no le gana en nobleza y generosidad.
Paradójicamente, Princesas es un film luminoso, diurno, en un peculiar ambiente ciudadano que el tópico suele rodear de callejuelas angostas, tipos patibularios y rincones húmedos y oscuros. Las chicas sobreviven mientras esperan que la suerte les otorgue su cuota de felicidad. mientras tanto fingen otra realidad más hermosa y soportable. No se gustan a sí mismas pero siguen caminando en una especie de juego que compagina representación y autenticidad. Dos canciones de Manu Chao ponen sello de melancolía a este cuento de hadas que no pudo ser.
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