(1) EL SONIDO DEL TRUENO, de Peter Hyams.

UNA DE VIAJES TEMPORALES
La ciencia-ficción se abre de nuevo un hueco en las pantallas estivales con El sonido del Trueno —tras sufrir la invasión de los alienígenas procedentes de Marte de La guerra de los mundos y asistir a la revuelta de los clones que quieren huir de su prisión en La isla—, una discreta adaptación del breve relato del reconocido escritor Ray Bradbury El ruido de un trueno, incluido en el recopilatorio Cuentos del futuro (1980), que tenía como eje principal la existencia de la máquina del tiempo y su uso comercial. Como en la novela, un pequeño cambio en el pasado desencadena el fin de la Humanidad, y todo lo que hacen los protagonistas a lo largo del metraje, y que no aparece en la obra literaria, es intentar paliar sus efectos apocalípticos volviendo al momento causante del daño y reparando el presente tal y como lo conocemos.
Mientras que la novela, como la mayoría de la literatura de ciencia-ficción desde principios de siglo XX a la actualidad, está plagada de inquietantes reflexiones sobre el futuro de la Humanidad, abundante escepticismo por no decir pesimismo ante el casi ilimitado desarrollo tecnológico que no va acompañado de avances en el campo de la ética que lo controle y una fina ironía sobre la naturaleza humana, El sonido del trueno se limita a lo convencional, esto es, la aventura que corren los protagonistas en medio de una ciudad plagada de monstruos para alcanzar las instalaciones que les permitan ir de nuevo al pasado. Para ello sigue la tan manida fórmula del «van muriendo uno a uno» hasta quedar el héroe salvador de la Humanidad. A ello se le añaden unos efectos tan pobres que recuerdan las cutres pero entrañables películas de serie B, en esta época en que la saga de Parque Jurásico, la trilogía de El señor de los anillos o la de La guerra de las galaxias sorprenden por su espectacularidad, y cuyos efectos especiales siempre han supuesto un significativo avance.
No obstante, el film de Peter Hyams entretiene gracias a una narración ágil y sin interrupciones, así como a la desbordante imaginación de Bradbury.
Leave a reply
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.