(0) Y QUE LE GUSTEN LOS PERROS, de Gary David Goldberg.

SEGUNDAS OPORTUNIDADES
Ejemplo de cine blandengue y sensiblero —que recuerda a la opera prima del director, una floja película de humor protagonizada por Jack Lemmon titulada Mi padre (1989)—, …Y que le gusten los perros es una comedia convencional, rancia y previsible cuya finalidad es despertar los más estereotipados sentimientos fundamentalmente en el público femenino, al tratar el tema del amor bajo el prisma de la superficialidad y como mera excusa argumental para dar pie a situaciones presuntamente graciosas, con un happy end forzado incluido.
La diferencia con respecto a otros films de las mismas características es la edad de los protagonistas: ya no son jóvenes que se inician a la vida amorosa sino cuarentañeros que han vivido una angustiosa ruptura en forma de divorcio, y que, a pesar de su comprensible pesimismo y susceptibilidad, encontrarán no sin obstáculos el verdadero amor.
Se incluyen, acertadamente, constantes alusiones y cierta crítica al uso de las nuevas tecnologías (Internet) como herramientas para favorecer el contacto con otras personas que se encuentran en la misma situación, pero nada más. Resulta curiosa la cantidad de películas que se estrenan encasilladas en ese subgénero cómico llamado «romántico» —en un sentido totalmente desvirtuado de su original— que insisten en ofrecer una visión del amor basada en la idealización de la persona elegida, la exaltación de los sentimientos puros y planos, la ausencia de contrastes y la creencia en esa teoría «romántica» que apela a la media naranja, ese amor verdadero predestinado a hacer feliz a la otra persona para siempre jamás y que la cruda realidad se empeña en desmentir, o cuanto menos, matizar. Totalmente prescindible.
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