(1) EXTRAÑAS COINCIDENCIAS, de David O. Russell.

EL SENTIDO DE LA VIDA
Esperpéntica, provocativa, surrealista… pero insustancial comedia pseudofilosófica del guionista y director neoyorquino David O. Russell. Podríamos decir en primer lugar que pretende parodiar tantas cosas que pierde efectividad, y va tan directamente al conflicto dialéctico que se olvida de lo fundamental: los personajes, sus vidas y sus circunstancias; esto es, hacerlos creíbles, tridimensionales, comprensibles para el público. Extrañas coincidencias utiliza como excusa las dudas existenciales del protagonista y, cual contagio, las del resto de personajes, para desplegar una variada gama de discursos sociales (ecologismo, religión, psicología, metafísica) y corrientes filosóficas (determinismo, existencialismo, nihilismo) que son enfrentadas unas con otras sin más intención que crear situaciones absurdas que avanzan a golpe de guión. Porque no es de recibo que, por mucho que aceptemos los inevitables convencionalismos de la parodia, los personajes cambien de comportamiento con tanta rapidez, asistan a crisis existenciales sin un contexto anterior que las provoque, y tomen decisiones que cambian su vida con tanta ligereza. La maraña teórica que desarrollan los diálogos es tal que la crítica se diluye para quedar en nada, en un discurso vacío de contenido. «No hay nada como la nada», afirma no sin razón y a modo de resumen uno de los personajes, el detective existencialista interpretado por Dustin Hoffman. Y todo para volver al principio, superando aparentemente todas las dudas, como si realmente la falta de inquietudes fuera el estado natural del ser humano, o como si las grandes preguntas de la humanidad —¿quiénes somos?, ¿de dónde venimos? y ¿adónde vamos?— fueran tan fáciles de contestar.
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